2012: fin de mundo
David De los Reyes
Este año se nos presenta complicado. Los
seguidores de fetichismos proféticos nos
hablan del fin de la tierra para el 21 de diciembre del 2012 gracias al
calendario maya; en mi país, Venezuela, nos entramos en un proceso electoral que ya
tiene, y no proféticamente, el nombre
del ganador, gracias a los indígenas del gobierno y de la llamada oposición. Entre estas dos opiniones nos vamos a ver entregados
nuestros actos de habla a lo largo de este año, que será determinante para unos
y conclusivos para otros. Lleno de catástrofes climáticas y cambios críticos en las economías de los llamados
países avanzados y no tan avanzados (¿retrasados?), que apuestan a seguir
manteniendo su esquema de vida consumista, derrochista y poner mordazas por
doquier; todo ello lleva a que surjan en el mundo reflexiones que adviertan la necesidad
de un cambio mental-espiritual que debería comenzar con una propuesta de perspectiva ecológica educativa, económica y política, de una reducción de gastos
superfluos (léase militares!!!), unos usos democráticos y más elevados de
información pertinente de los medios de comunicación, además de una apertura de
libertad de expresión de todas las minorías y, por último, la más inminente, de
una reducción de la población mundial (sobre todo comenzando por todos los
países del tercer mundo, incluyendo la
imperialista China y la espiritualista e informática India).
Lo que nos deja todas estas secuelas fetichistas y proféticas de opiniones generalizadas por
los medios, y retrasmitidos como virus de una matrix mundial, es la permanente incapacidad del hombre de afrontar de forma responsable y ética su vida. Los males o los bienes vendrán de unas
predicciones que surgen del sabio mundo chamánico matemático maya, inscrito en los símbolos milenarios, gracias a un calendario que tiene la
peculiaridad de pronosticar distintos
fenómenos astronómicos, pero sobre todo la alineación del centro de la Vía
Láctea con el Sol, situación que ocurre cada 26.000 años. Nos encontramos en el
último ciclo de dicho calendario (el quinto), que debe terminar en esa fecha
señalada. Si eso ocurre, como la disminución de los campos magnéticos de la
tierra, el desarrollo de una mayor
penetración de todo tipo de rayos lumínicos y energéticos sobre la tierra
debido a la debilidad de dichos campos magnéticos, causarán grandes cambios en
la humanidad. Dicen la humanidad,
pero no se plantean para nada el resto de las especies animales. Los muy
holísticos chamanes de la Nueva Era siempre hablan sin salir del reducido onfalos humano, de
convertir siempre al hombre en el centro de cualquier acontecimiento: puro
antropocentrismo del peor. El hombre, cuantas veces habrá que repetirlo, es sólo una especie más, para nosotros,
quizás por pertenecer a ella, la más importante, pero no es la única sino una
más. Aunque para estos chamanes informáticos entraremos en una era de telepatía
generalizada. Lo cual presentará una
realidad en la que no podremos ocultar nuestros pensamientos a los otros y, por
tanto, tendremos que cuidarnos de qué pensamos porque el vecino sabrá hasta
cuando iremos a estornudar, por decir lo
menos…
Si esto es así entonces ya sabemos que
telepáticamente se dirigirán campañas políticas en todas las pseudo democracias
de Latinoamérica y quién será su ganador finalmente. Quizás ahora tendremos que
pasar de convivir en un mundo dividido y
fragmentado, en uno sólo unidimensional y los tiranos políticos mediáticos se conviertan en
los nuevos dioses colectivos que profetizarán no el fin de los tiempos sino el
nuevo edén por venir, el cual tiene sabor
a totalitarismos, mediocridad, incapacidad para solucionar problemas, más
contaminación, gasolina regalada, econocracia socialista (o liberal!), comida podrida, carencia de distribución de
productos, hacinamiento, pérdida de la
propiedad individual, entrada a la revolución que no sabemos que mejoras ha
provisto y realizado desde sus inicios y nada, lo más importantes para los tiranosaurus rex de la política: seguir chupando la cola del poder y de los presupuestos nacionales dirigidos
por incapaces armados que apuestan a la inmediata ganancia grupal y no a la creación de las condiciones para la
perpetuación de las generaciones
futuras, no sólo nacionales sino esto a escala mundial.
Como es el anuncio del fin de los tiempos
quizás debamos apostar por que suceda. La especie humana dejaría de atormentar
a las demás especias, al conjunto de la tierra y, en especial, al resto de los
mismos miembros humanos, y su mundo simbólico de absurdos y sufridos condimentos
religiosos y de egocentrismos divinos se
acabarían. La naturaleza volvería a
respirar.
Que venga el 21 de diciembre. Que pase el 2012,
lo digo ya. Quiero ver el 2013, el cual también será un año catastrófico, por
terminar en otro número de superstición colectiva: 13. En fin, a medida que veo
más al hombre más me gusta convivir con mi pointer Hanna: y recordar que el silencio es de
sabios, aún debo aprender!.