Recordando a
Marshall McLuhan
David De los Reyes
En
el mes de diciembre se cumplió el primer centenario de uno de los aventajados
intelectuales canadienses más importante
del pasado siglo, me refiero a Marshal Mcluhan, el gran explorador de los
medios de comunicación, quien los
interpreto como una prolongación de los
sentidos y miembros del cuerpo humano. La
frase el medio es el masaje, vino a ser su carta de presentación. Los
medios, independiente de los contenidos que se transmitan a través de ellos, están
permanentemente masajeándonos,
pensamos que usamos los medios pero terminamos siendo un apéndice de ellos, al ser
afectados, modificados tanto en nuestra percepción del mundo como del uso de los hemisferios del cerebro.
Nos
refirió que lo primero que se le ocurre
a las personas cuando están ante un nuevo medio introducido socialmente es en cómo estaremos atrapados a través de
sus contenidos o por la información que transmite. Para la mayoría lo importante son el tipo de
noticias, de programas, de las distintas
aplicaciones que puede tener un portal
de redes sociales (Twitter, Facebook, etc), emitidos por los diferentes medios
que poseemos hoy.
Desaparece del horizonte la tecnología del medio tras el ruido que emite el contenido, de la atención
que el contenido nos exige: datos,
entretenimiento, educación, política, conversación, chateo, imágenes, video,
etc. Cuando hablamos de medios buenos
o malos por lo general se está
refiriendo a esta situación, a la transmisión del contenido y nunca se refiere
a los cambios individuales (corporales, perceptuales) y sociales (relaciones,
organización, etc.) que implican el uso
de determinada tecnología. Para Mcluhan,
a largo plazo, observó que lo que más importa no es el contenido sino el medio en sí mismo a la hora de influir
sobre nuestros actos y pensamientos, formas de sentir y de comunicar. Todo
medio masivo (por ej. Internet hoy en día), moldea lo que vemos y cómo lo
vemos, y su uso reiterativo nos termina cambiando como individuo y
sociedad. Este canadiense explorador de
medios afirmó que los efectos
de la tecnología no se dan a
nivel de las opiniones o de los conceptos, es decir, de
nuestra ideología (que fue lo que la mayoría de los comunicólogos se abocaron a atacar, sobre todo en la décadas
pasadas, tanto en Latinoamérica como en Europa), sino que el uso de la tecnología altera los patrones de percepción continuamente y
sin resistencia. Los medios de comunicación proyectan sus virtudes o sus
maldades no solo en nuestros actos de habla, sino que afectan el centro de nuestro
sistema nervioso. Por lo general siempre se termina diciendo que lo que importa
de la tecnología es usarla como una herramienta inerte, que nos
beneficia, y en lo que se debe estar pendientes y en permanente fiscalización
son los contenidos y la programación (como los funcionarios de los Ministerios
de Comunicación de muchos países desarrollados y no tanto. Proponen permanentemente leyes para
limitar el uso de los medios y de la libertad de expresión, creando una
sociedad de ciegos, sordos y mudos, ideal para el nuevo totalitarismo de estado
postmoderno); lo importante, pareciera ser, no es lo que nos ocurre con sus usos, con nuestros hábitos mediáticos,
a nuestra consciencia o mente por el masaje reiterativo de los medios.
Un
ejemplo de ello fue la opinión que tuvo McLuhan al escuchar al magnate David
Sarnoff, dueño de la RCA y de la NBC de Norteamérica en la Universidad de Notre
Dame en 1955. El magnate recibió muchas
críticas sobre cómo usaba los medios de masas para ampliar su riqueza
patrimonial. Retiró toda culpa sobre los efectos s secundarios de las tecnologías y se los adjudicó a los usuarios de los medios, a los oyentes y
televidentes. Sus palabras fueron: Somos
muy propensos a convertir los
instrumentos tecnológicos en chivos expiatorios por los pecados de aquellos que
los cometen. Los productos de la ciencia moderna no son en sí ni buenos ni
malos, el modo en que se usan es el que determina su valor. Tal
pronunciamiento fue motivo de burla del
explorador McLuhan (2009:31); para él, este magnate representaba lo que llamó la
voz del sonambulismo actual. Como
dijimos antes, cada medio nos cambia, nos modifica. Sus palabras fueron: nuestra respuesta convencional a todos los
medios, es especial la idea de que lo que cuenta es cómo se los usa, es la
postura adormecida del idiota tecnológico. Y el contenido de un
medio es sólo el trozo de carne que lleva el ladrón para distraer al perro
guardián de la mente.
Bibliografía:
McLuhan,
M. 2009: Para comprender los medios: las
extensiones del ser humano. Paidos. Barcelona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario