La Risa
David De los Reyes
La risa es una expresión que en nuestro presente viene
a entrar dentro de los temas que la
filosofía le dedica su atención. Autores
diversos (Schopenhauer, Nietzsche, Bergson, Freud, Berger, etc), se han adentrado en
la realidad del humor, de lo cómico, de la risa como una condición existencial que nos lleva a procurarnos la
capacidad de cierta felicidad, bienestar, confianza con los otros, pero sobre
todo de humana comunicación.
Ronald Provine ha sido uno de los psicólogos que por durante más de una década se ha dedicado a investigar
esta situación y a encontrado que la risa vendría a ser la primera forma que tenemos de vincularnos con nuestros más
cercanos; es un recurso que nos vincula antes que podamos hacer uso del
lenguaje hablado. El niño, a unas semanas de nacido, comienza a practicar el
rictus de la risa y a los cuatro meses, ya establece que la risa le permite
obtener atención, cariño, afecto, alimento, y, principalmente, cercanía con su
madre pero también con el resto de los seres que le circundan. Prácticamente
llega a reírse alrededor de 300 veces por día, pero con la declinación de esta
feliz expresión en la medida que va creciendo, que obtiene el lenguaje,
que acomoda sus gestos y conductas a las
exigidas por la familia y por la sociedad, casi apenas vendrá a reírse de tanto en tanto.
La condición de percibir
lo gracioso de la vida por cada
uno de nosotros es lo que nos dicta nuestro grado de humor desarrollado.
Aprender a reír, captar el humor de las situaciones, el saber cómo la vida no es tan seria como nos la han hecho
entender, que la vida sin cierto grado
de comedia vendría a ser una tragedia permanente pero sin dioses en
ningún Olimpo.
El reírse de uno mismo es otro de los requerimientos para acentuar nuestro
bienestar. Es la agudeza de comprender nuestros absurdos, nuestros
derramamientos de angustia, la estúpida tristeza y la melancolía que nos lleva a observar la vida todo en negro, (es bueno saber que la palabra melancolía quiere decir en griego humor negro).
La risa junto a la gracia de la vida y el desarrollar el humor, son
condiciones que tienen un mejor sabor cuando lo compartimos con los otros. Podemos
reírnos solos pero su intensidad es más oportuna cuando la compartimos. La risa
es siempre vinculante, viene a ser un
buen engrasador de las relaciones sociales.
Al reír juntos compartimos y expandimos no sólo el momento, sino la emoción
interna con quien nos acompaña.
La risa en la antigüedad ha estado
presente en algunas personalidades y escuelas filosóficas. Entre los más
conocidos está el sonriente Demócrito, que
se decía que siempre permanecía riendo de la absurdidad y de la estupidez
humana (que según Einstein vendrá a ser, además del Universo, la segunda
condición de la existencia de lo infinito). Pero aparte de este materialista
que nos decía que la naturaleza aborrece al vacío, nos encontramos con el
Sócrates platónico del diálogo el Banquete, donde al final confesará que
la vida del hombre tiene tanto de
trágico como de cómico, y así nos lo deja ver Platón al escribir el Fedón
(diálogo donde nos presenta la tragedia del filósofo sobre el alma y la
muerte), seguidamente del burlesco Banquete (en que nos da un gran momento de celebración
al amor erótico y filosófico a partir de la escusa de compartir una fiesta para celebrar el
premio del personaje Glaucón, escritor
de obras teatrales y el ganador anual de
la ciudad de Atenas por su obra teatral). Pero eso no queda ahí, los cínicos
serán una serie de pensadores que
recurren al performance filosófico para mostrar la ignorancia y lo absurdo de
las convenciones sociales y lo apartado que vivimos de la naturaleza. No digamos de los epicúreos, donde la risa
compartida forma parte del distanciarse del sufrimiento en nuestras vidas.
Pero con carpa aparte del campo de la filosofía
estará el gran comediante Aristófanes,
quien con sus comedias (escribió 48, de las cuales sólo quedan once completas y de
las demás solo fragmentos), acosará a los hombres públicos en sus excesos, a los
dioses en sus mediocridades, al pueblo
en su ignorancia, dando en sus obras un centro de comunión
colectivo, que buscan, por medio de la
risa, acercar un sentido educativo y crítico al alma del ateniense de ese entonces, para comprenderse
y comprender dónde había quedado el sentido de sus vidas y qué se le
presentaba en sus vivencias cotidianas como una fuente
permanente de comicidad.
La risa en la filosofía y en la
cultura del mundo antiguo viene a ser una expresión importante para que el
pueblo obtuviese una dosis de distención ante la seriedad del gobierno, de los
actos oficiales, de los ritos religiosos
que más que creer en ellos sólo vienen a ser vividos como una formalidad más de
la cultura oficial y la tradición. En los gobierno no hay risa, el rictus de
seriedad de sus funcionarios nos da muestra del grado de
fracaso con que siguen ocupando sus cargos. Y ello no sólo en lo político sino
en lo religioso (donde el cristianismo, el judaísmo y el mahometismo vendrán a
prohibir la risa como una condición
humana por tener la calidad de poner en dudas y en gracia el dogma y la idea de Dios).
La risa es subversiva y no es del agrado del poder. En el poder su uso es para la humillación. Estamento en que la risa no es gozosa ni compartida, sino que es un recurso de soberbia y de degradación al dirigirla contra aquellos que no vienen a ser simpáticos ni sumisos ante el autoritarismo abusivo.
La risa es subversiva y no es del agrado del poder. En el poder su uso es para la humillación. Estamento en que la risa no es gozosa ni compartida, sino que es un recurso de soberbia y de degradación al dirigirla contra aquellos que no vienen a ser simpáticos ni sumisos ante el autoritarismo abusivo.
La risa, como decíamos al
principio, no ha sido de mucha atención
por parte de la filosofía pero los
filósofos la han utilizada como un recurso y defensa para demostrar los límites
de la seriedad de la vida y, como nos lo ha dicho el gran Spinoza, no podemos
pensar la felicidad sin estar acompañada
de la alegría y, por ende, de la risa. Hoy los
filósofos hacen gala de prestar atención
a otros temas humanos que no son menos importantes que los tradicionales y tan complejos como aquellos del ser y de la existencia.
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