jueves, 8 de agosto de 2013



Una ingeniería social eficaz 

para destruir un país


David De los Reyes




Los países caen en la ruina por sus gobernantes. Ese es el caso de unos cuantos  en el Caribe. Los gobiernos no saben producir riqueza, buscar formas de incentivarlas, sino sólo apropiarse, gastar, robar y mal usar para sus propios intereses de seguir en el poder.
Así vemos cómo Venezuela de  ser un país para emerger pleno de bienestar se frustra su evolución política, social, cultural y económica, y se llega fácilmente, por la ambición de los grupos que controlan la violencia  y la renta petrolera, a una ruina total. Sin dejar cabida a la dinámica normal de una  convivencia, los regímenes totalitarios,  como los que gobiernan Cuba y Venezuela, van dejando, en todo lo que tocan, un estigma de miseria y podredumbre   totalmente planificadas  hasta en los más mínimos detalles, llegando hasta  los resquicios íntimos de la vida privada de los individuos dentro de una sociedad.
La planificación del dominio viene dada por la incorporación de situaciones difíciles de carencias y servicios  en la cotidianidad, que se convierten en permanentes y terminan siendo aceptados como  una fatalidad pública de la que no  se puede superar. A ello se agrega la aceptación por la sociedad para no verse en más conflictos  de los que ya se tiene para seguir sobreviviedo en esta sociedad  que marcha sobre una carrera de obstáculos en el horizonte. Una condición social y económica que hace que  se tenga, de forma permanente, la búsqueda de obtener lo requerido para la vida, dejando que lo que pudiera enaltecerla, mejorarla, disfrutarla se reduce a conseguir  los bienes indispensables para hacer menos dura la cotidianidad. No se piensa  sino en cómo obtener lo que se ha vuelto difícil o casi imposible conseguir.
En el caso de Venezuela es patético. Se ha trasladado a ese país la ingeniería social del castro-comunismo, donde once millones de personas han sido controladas por unos cientos a costa de  reducir su dignidad, su autonomía, su evolución de una manera sistemática. Nunca la mentira ha sido mejor utilizada para construir un consenso de sometimiento y amordazamiento. Y es ahora lo que vive en carne propia la mayoría en el país petrolero por excelencia donde siempre los vivos allegados a la constelación del poder  agarran, y los muertos, casi en vida, han aceptado para bajar a este infierno caribeño de violencia, enfermedad y pobreza.
La violencia, la carencia de alimentos, la falta de productos para una gama amplia de actividades económicas, junto al renacimiento de  plagas y enfermedades superadas en el siglo XX, son hechos que se han instalado para el sometimiento de los individuos por este régimen dictatorial. Seas o no adherente a eso que han llamado como socialismo del siglo XXI,  se vivirá sintiendo que las  condiciones y la calidad de vida se han visto disminuidos a situaciones inconcebibles  como nunca en la historia de esa nación.

Esa es  el mar de la felicidad  al que se refería un extinto líder de esa tropelía confabulada vuelto realidad, donde ese mar sólo llegó a ser un pozo séptico.

jueves, 18 de abril de 2013


Del fascismo venezolano

David De los Reyes




Los dirigentes del oficialismo venezolano se llenan la boca con el término fascista para descalificar a todo disidente  ante el régimen militarista  que rige de forma ilegitima  al país. Luego de la  fallida  votación del domingo pasado, 14-04-2013, lo único que se ha visto en las filas del gobierno es la necesidad de la confrontación  con todo aquel  que no haya aceptado de forma sumisa los maleados resultados dados por el Consejo Supremo Electoral. De unos resultados que han puesto en evidencia la división de la población de la nación  en dos francos casi idénticos; no hay una mayoría rutilante en el horizonte  electoral. De ahí la exigencia del conteo manual de los votos por todas las dudas que han surgido por todos los atropellos sufridos y reseñados en la contienda electoral.
Una vez más se ha evidenciado lo que para mí ha sido de anteojito.  Los organismos oficiales se han convertido en verdaderas ramificaciones de toda esta estructura monolítica del llamado socialismo  bolivariano que se concentra en el poder ejecutivo.
Evidencias del clima fascista real está presente en la mayoría de las declaraciones del supuesto presidente electo y del  que pretende pasar por el presidente de la asamblea y sus comilitones. Los reiterativos usos del término fascista junto al de criminales, para coartar, por ejemplo, la libertad de expresión y de palabra de los diputados de la oposición en la asamblea nacional han sido bien elocuentes y comprobables por toda la ciudadanía. Parecieran reiterar lo que realmente han terminado siendo en  todo este periodo de revolución putrefacta: una lava mental de animadversión y odio permanente.
El término fascismo viene del imperio romano. Fue utilizado para el grupo de  soldados de ese estado imperial que portaban lanza y eran una vanguardia militar que se caracterizaba por su crueldad y el uso de la fuerza a toda costa. Eran las fascio. Posteriormente fue utilizado en el siglo XX en Italia para referir al nefasto movimiento nacionalsocialista de Benito Mussolini, el gran fascista delirante, admirador de la historia pasada de Italia, untada de gloria sanguinaria y de un acoso y sometimiento a todos los pueblos del mediterráneo, como es lo propio de todo poder fascista, claro está.  Los regímenes que rinden culto a un líder, al llamado elegido u hombre fuerte,  se pueden caracterizar todos por el uso de la fuerza, la sistemática injusticia, la intensa dosificación del miedo social, el manejo de las leyes a su conveniencia, la militarización de lo civil; la nación como un campo militar o de concentración extendidos a todos sus límites. Además de la persecución, del amedrentamiento y hostigamiento a todo grupo humano que no se pliegue o  comparta la violenta sumisión de los habitantes de un estado exigido por el tirano y el grupo seguidor parasitario que estigmatiza desde el poder a todo aquel que le haga sombra.
Lo que podemos notar es que a falta de ideas, a falta de cultura del diálogo, a falta de cultura política democrática,  los dirigentes militaristas que recorren el país prodigando la revolución fraudulenta y fracasada,  poseyendo en sus manos todos los recursos de la bolsa petrolera de un país endeudado e improductivo, tienen ese calificativo en su permanente vocabulario. No saben tender puentes, no son individuos que hayan aprendido  de la convivencia ciudadana sino sólo la rutinaria vida del cuartel, donde la jerarquía se impone y el mando lleva a establecer quien habla y quien calla, quien grita y ha quien se violenta.
Aquí, en este país del Caribe, nos quieren reducir al mutismo y al permanente asentir a lo que digan las huestes oficialistas: han aprendido bien del régimen cubano castrista. Si no, pues el uso de la violencia fascista oficialista se hace presente, como lo fue vivido por los diputados en la asamblea nacional. Es un gobierno monocorde, un solo sonido, una sola palabra, una sola condición: fascistas, es lo que sale de su boca pues su boca sólo reitera lo que ellos  conscientemente han demostrado ser.  A callarse pues, parecieran decirnos, pues el fascismo  no tolera el espíritu democrático, la polémica de las ideas (pues no las tienen!), la discusión del proyecto de país, la atención de la voz del otro para superar los problemas inminentes de todo tipo,  la alteridad en el poder, la civilidad como condición de vida pública. Las botas y el miedo es lo único que quieren que se oiga y se sienta.  En la triste Venezuela, como en otros países de esta Latinoamérica atrasada, el fascismo está en pie de ataque.
El único y verdadero fascismo que podemos observar es aquel que no quiere medirse en las urnas electorales por medio del conteo de los votos y de un consejo electoral nacional transparente. La fuerza es muestra evidente de su gran debilidad. Condición que ha llevado a la proclamación de una presidencia irrita y ampliamente cuestionable. Ese es el fascismo que vivimos hoy. 

martes, 16 de abril de 2013


La farsa sigue

David De los Reyes

 


En Venezuela la farsa sigue. Luego de catorce años de dictadura militarista y farsa democrática sobre la sociedad civil del país, ahora se comienza otro período crítico social y político en toda su extensión. Un gobierno ilegítimo e írrito, que viene a ser reconocido como legítimo por todos los gobiernos que han construido sustanciosos negocios lucrativos sin importarles realmente la condición y vida democrática existente.  Todo ello se evidencia en una serie de hechos irreversibles y acrecentados,  como son: malversación de fondos y regalo al exterior como sustanciales donaciones petroleras y monetarias proselitistas, un programa de construcción de viviendas desechables e inadactadas al trópico por cuestionables consorcios multinacionales iraníes, rusos, chinos y bielorusos, importación de chatarra electrónica y plásticos chinos, alimentos con sobreprecio y a veces ya con fecha de vencimiento sobre los mercados, dependencia de importaciones de forma desmedida, destrucción del parque industrial del país, sueldos miserables e insustanciales, y prácticamente inexistentes pues la inflación se los ha tragado, cerco absoluto a toda empresa independiente y productiva, doble devaluación de la moneda para financiar campañas electorales oficialistas, un precio del barril de petróleo alto y una producción mínima,  una gasolina sustancialmente regalada, una jugosa entrada de divisas que las reparte el enchufado que tiene la mano en la llave del choro del presupuesto nacional, además de una violencia intensa, una mortalidad ciudadana permanente, un abalar la condición marginal como forma cultural imperante y alabada, una educación pública abandonada y desmontada: atacada de muerte por falta de presupuesto, una salud minusválida y de trato poco profesional junto a crecimiento de plagas de enfermedades tropicales, son, entre otras cosas, las situaciones que imperan en este país bananero dizque revolucionario, pero no por su relación con los gringos sino con países cuestionados por su política poco democrática y sí autoritaria, donde los derechos humanos son carta muerta, como son Cuba,  China, Rusia o Bielorusia.
Pero lo que sí se ha mostrado claro en estas últimas elecciones es que ahora más que nunca el país si está dividido y que  la anterior minoría de la llamada oposición ha tomado cuerpo en todos los estamentos sociales, encontrándose con el  coraje de un liderazgo que se ha planteado a toda costa hacer oír su voz, así  se tengan conculcados todos los medios privados y públicos de comunicación. La censura impera y la reducción a lo mínimo de la palabra ciudadana libremente expresada es el fin que persigue un gobierno que no acepta la diferencia y la alternancia, donde los militares  quieren tener todo el reparto de la torta presupuestaria sólo para ellos.
Así se vive y así viviremos en esta farsa política, en esta ilegitimidad de gobierno, y bajo la dirección de un presidente que ha dado verdaderas muestras de debilidad mental y de liderazgo. Nada más pensar  su decir constante que es hijo del finado dictador y escucha voces aladas  de pajaritos... ya da para reflexionar. La falta de hombría y de liderazgo auténtico se nota en la silla presidencial y la presidencia de todo país tiene necesidad del  hombre de coraje, del saber estadístico, del liderazgo oportuno y reconciliador y de llevar a buen puerto los destinos de una nación.
Esta farsa  de legitimidad democrática que se inicia, y es abalada por una serie de países irresponsables y que dicen ser democráticos, al no aceptar el derecho electoral ciudadano de solicitar un reconteo de votos  y abrir así la puerta a la transparencia política y democrática, hace que Venezuela entre a un asfixiante clima político y económico, civil y militar en un intervalo  inmediato arropado por una crisis institucional que se agudizará con el pasar de los días.
Ayer, para una muestra,  en todo el territorio hubo muestras de protesta  que fueron reprimidas por las huestes de la violencia del estado. Hoy podemos vislumbrar una continuación de  ese descontento  por el que navegan casi  ocho millones de venezolanos que desean vivir como ciudadanos y no como esclavos al modo que ha impuesto el  castro-comunismo tropical cubano a sus ciudadanos.

martes, 2 de abril de 2013

De los medios electrónicos (o eléctricos) y de nuestro interés por la humanidad
David De los Reyes



La importancia social de los medios electrónicos  viene dada por la implicación  profunda  e inmediata de nuestra atención  corporal y psíquica ante ellos. Pareciera extender una malla sobre todos; pareciera que sintiéramos que no hay separación de intereses y ni de las facultades sensoriales vinculada con el resto de los mortales. La electrónica une en simultaneidad nuestra percepción individual a una gran masa perceptual colectiva  que  es latigada de manera permanente y unívoca por su hechizo. La electrónica, desde sus principios, ha hecho que nos interesemos por la humanidad y no por el vecino.; pero una humanidad que viene  por el cable, por el circuito, por la parabólica;  un sentimiento que ha sido  aferrado a la silla por la excreción permanente de la onda continua que explota ante nuestro cuerpo, nuestros ojos, nuestra piel como un relámpago de eventos y sucesos trasportados desde otro mundo.
Lo electrónica ha otorga, por otra parte, y a través de los medios que han derivado por ello, de una potente voz a los que sufren, a los débiles, siempre están en "primera plana"; se ha dejado de lado a los especialistas y a los burócratas; quedan relegados todos los manuales de instrucciones, como el papel impreso, queremos ser afectador por las ondas de un  televisor, un radio, una pantalla, una celular, un pc.
Con los M.E. se inicia, como ya anunciamos, la época del interés por la humanidad. ¿Por qué? Ello gracias a la inmediatez de la participación  nuestra en lo ajeno, debido a la permanente lluvia de informaciones instantáneas que nos mojan de forma constante por su sustancial vínculo lumínico. Pero ocurre  que tal instantaneidad nos lleva a que seamos reactivos, a que reaccionemos, a que nos exaltemos de forma permanente e instantánea; nos volvemos no espontáneos, como se pudiera pensar, sino seres instantáneos. Así, de forma instantánea expresamos o mostramos compasión o irá, afecto u odio, pues  se nos a amaestrado a que reaccionemos ante la humanidad   gracias a   que compartimos  con  todos debido a que todo medio electrónico viene a ser una  extensión de nuestro sistema nervioso central. Lo eléctrico, como lo ha advertido McLuhan, es una extensión de nuestro cerebro, de nuestro sistema nervioso y  ello nos lleva a que para todo tengamos una respuesta emocional inmediata más que una reacción comedida. De una reacción comedia, propia del racional/lineal homo typographicus, pasamos a la reacción del comediante  del homo  ciberneticus,  pues reaccionamos por  el efecto de una conexión  que a la vez es una representación; nuestra reacción termina siendo una gesticulación cónsona y provocada ante el gran teatro electrónico del mundo virtual pre-y-re-presentado, de forma constante y en simultaneidad  para un gran público, por los medios( no sólo electrónicos sino también hoy los mecánicos, que cada vez son menos).  Somos comediantes electrónicos; representamos un papel; como ha dicho el autor aludido: terminanmos siendo lo que contemplamos de forma constante.  Siempre actuamos en función del papel  (información), que nos dan a cada momento para  actuar.
Este interés por lo humano comenzó en occidente, como  nos lo dijo el canadiense McLuhan en su texto Understanding media, gracias al telégrafo, pues la prensa,  medio  anterior a aquel, tiene un carácter nacionalista, localista, lineal y de tanto en tanto, presentaba, en el siglo XIX, alguna opinión sobre un acontecer  magno mundial. Pero con la electricidad eso cambio.  El mundo está a nuestro pies, por así  decirlo, está conectado permanente ahora a nuestro sistema nervioso;  y en el presente, en todo momento, estamos vibrando con  lo que acontece   a la humanidad; sabemos más de la humanidad que de la humanidad que somos.
Según  McLuhan esta situación creó rechazo en las mentes  letradas y sofisticadas.  Estos exigen por su condicionamiento una continuidad  de lo visual  y del punto de vista fijo, lo que hace que esta participación inmediata de la sensibilidad metálica conectiva eléctrica  resulte desagradable e incómoda.  Esta sensibilidad tipográfica imponía límites a este estadio de la condición cultural digital; tal sensibilidad se encuentra mutilada por su propia educación, estudios y labores, son víctimas de los medios visuales impresos: la letra ni con sangre ahora entra...; se siente a disgusto con tal inmediatez digital iconográfica. Ello pueda que fuese así  en las décadas  en que comenzaban a emerger  los medios electrónicos, pero hoy en día   todos, hasta los "letrados", estamos habituados a traspasar de una pecera  electrónica electrónica a  cualquier otra de manera casi natural; de una pantalla del celular a un libro electrónico presentado en una tableta, o ver las dos simultáneamente, por ejemplo.  Funciona, de esta forma,  nuestra domesticación  de animales formados por el discurso visual impreso pero barnizados, en todo momento cotidiano, con el discurso mediático  icónico  electrónico.
El interés por la humanidad, dentro de lo que hoy llaman los teóricos la cultura-mundo, amplió nuestra zona de atención y el mundo ganó nuevas áreas de inversión y creación. Motivando al hombre a sobrepasar  su rincón y adentrarse en la alfombra mágica de la pantalla electrónica que, sin saberlo,  extendió su interés local hacia  el resto del moribundo planeta plagado de catástrofes, muertes, crímenes, estafas y deportes tribales, es decir, un mundo muy humano... Ahora el interés humano no es tan humano, por su inmediatez y emocionalidad, es propio de un vínculo tribal, propio de la aldea glocal (local y global) electrónica en que vivimos hundidos en el lodazal de la incomprensión .

jueves, 7 de febrero de 2013


Del sacrificio de uno mismo

David De los Reyes


Romain Rolland junto a Gandhi

Estos días me puse a leer la biografía de Gandhi de Romain Rolland[1].  El primero un líder hindú, olvidado en la confrontación de las políticas nacionales e internacionales actuales; el segundo un escritor francés, que alentó con su espíritu a muchas generaciones con sus escritos, como su larga novela Juan Cristóbal, o aún la menos recordada biografía de Beethoven en siete tomos, obras hoy que sirven sólo para eruditos, estudiosos o amantes de la literatura romántica de principios del siglo XX.
Leyendo esa obra casi periodística del ascenso de Gandhi por Rolland, me ha suscitado una serie de reflexiones por todo lo que narra respecto a la acción de la resistencia civil, de la no-cooperación (con las instituciones del estado colonial británico para su momento, que era en la década de los años 20 del siglo pasado), y la permanente inteligencia de reconciliación combativa de Gandhi ante las huestes colonialistas, donde siempre esgrimió que ni un gesto de violencia o agresión debían ser despertada en contra del invasor.  Son muchas las frases que pudiera introducir en este escrito, pero las que quiero comentar son las del mismo Rolland al describir cómo veía el mundo para ese entonces, un tiempo sombrío, donde había apenas terminado la primera guerra mundial, junto a sus  las matanzas, y las injusticias humanas estaban también presentes. Pero creo que de manera menor intensas y destructivas como las que podemos leer todos los días en cualquier tabloide que refleje los cruentos acontecimientos terroristas y neocolonialistas, psuedo-revolucionarios y fascistas en la situación mundial.
Para 1920 Rollaind advertía e intuía que la paz estaba lejos. No abrigaba ninguna ilusión de que el mundo iba para mejor; vendría una segunda guerra mundial en Europa. En lo transcurrido a lo largo de su vida sólo había visto mentiras, cobardías y crueldades de la especie humana, y por ello desconfiaba de un cambio en ella. A todo esto no dudaba que a su pesar no podía dejar de amarla. Sabía que hasta en los más viles hay un necio quid Dei, en su condición mística espiritual.
Para ese momento Europa se encontraba en crisis, quizás como ahora pero por distintos motivos a los actuales; antes por el imperialismo nacionalismo de todos los países europeos, ahora por los manejos fraudulentos de banqueros, financistas y políticos en las economías de las naciones. Encontraba en su situación que el siglo XX Europa estaba sometida a un demoledor determinismo  por las condiciones económicas que la aprisionaban. Advertía que a sus ojos eran  siglos de pasiones y errores petrificados que se emergían en torno a las almas de su tiempo, como una dura caparazón donde la luz no tiene cabida ni paso.  Su concepción mística albergaba en su ser que podían vivirse ciertos milagros del espíritu.  La historia nos demuestra que sus rayos  han alumbrado cielos más sombríos que el nuestro, nos dice. Y echa mano a una cita hindú, proveniente del eco del tambor de Shiva: El Maestro-Danzarín, que empeña su mirada devoradora y refrena sus pasos para salvar al universo del retorno del abismo, el cual es uno de los extractos más antiguos de la invocación a ese dios.
Hombre de fe, hombre religioso, hombre devoto, pero comprende lo que le rodea. Las fauces de los tiburones asechan no en los mares sino en ciertos dirigentes en los gobiernos a nivel mundial. He ahí su protesta contra la realpolitiker de la violencia (tanto revolucionaria como reaccionaria, ninguno se escapa a cebar las mismas ideas de destrucción civil por ideales absurdos).  Y  está seguro que todos ellos se mofan de esa fe, lo cual no es otra cosa que mostrarnos la ignorancia que poseen de las profundas realidades humanas. Pueden reírse de él, y les dice que se rían si quieren, pero él siente esa fe. La experimenta escarnecida o perseguida en Europa; hoy pudiéramos decir que en Latinoamérica, en el Medio Oriente, en África, o en la China continental y parte de los países del Pacífico.  Sabe que son pocos los hombres de fe auténtica, no somos más que un puñado. Pero aún si él fuese el único,  y en esto podemos acompañarlo junto a su tumba, comprende que lo propio de la fe  -lejos de negar la hostilidad del mundo- es reconocerla y creer, aún contra ella.
No es una fe monoteísta y de religiones idólatras o de libros santos…, la cual siempre termina en venganza del otro, es una fe que debe crecer en el pecho de cada quien por su búsqueda de una pureza en su ser. Es  una fe en tanto combate centrada en la no-violencia. La no-violencia es el más duro de los combates, es su afirmación y nuestra mirada puesta en alerta. Pues ello significa que el camino de la paz no es el de la debilidad. Tenemos que ser más enemigos de la debilidad que de la misma violencia. Nada vale sin voluntad, sin fuerza, ni el mal ni el bien. Y más vale el mal completo, que el bien enmasculado.  No al pacifismo quejumbroso pues es mortal para la paz; es una cobardía y una falta de fe. Por ello, ante los tiempos que nos ha tocado  vivir a muchos de nosotros, en países llenos de injusticias, crimines, incapacidad gubernamental, represión, acoso, lavado de mentes, propagación de ideologías retrógradas, tecnologías neo-esclavistas del espíritu, nos queda reflexionar sobre sus palabras.
En su escrito sobre la lección que sacamos de Gandhi  nos habla que a todos aquellos que no creen  o que temen ante lo que hay que afrontar que se retiren! El camino de la paz es el del sacrificio de uno mismo, ¡nada más y nada menos! Por ello apenas podemos decir que comenzamos a comprender y aprender a no perder el coraje por la vida que construya la comprensión y la paz entre los hombres y los pueblos. ¡Cuánto no queda por hacer en nosotros mismos!



[1] Romain Rolland, 1956: Gandhi. Ed. Leviatan. B.A.