La farsa sigue
David De los
Reyes
En
Venezuela la farsa sigue. Luego de catorce años de dictadura militarista y
farsa democrática sobre la sociedad civil del país, ahora se comienza otro
período crítico social y político en toda su extensión. Un gobierno ilegítimo e írrito, que viene a ser reconocido como legítimo por todos los gobiernos que han
construido sustanciosos negocios lucrativos sin importarles realmente la condición
y vida democrática existente. Todo ello
se evidencia en una serie de hechos irreversibles y acrecentados, como son: malversación de fondos y regalo al
exterior como sustanciales donaciones petroleras y monetarias proselitistas, un programa de construcción de
viviendas desechables e inadactadas al trópico por cuestionables consorcios multinacionales
iraníes, rusos, chinos y bielorusos, importación de chatarra electrónica y
plásticos chinos, alimentos con sobreprecio y a veces ya con fecha de
vencimiento sobre los mercados, dependencia de importaciones de forma
desmedida, destrucción del parque industrial del país, sueldos miserables e
insustanciales, y prácticamente inexistentes pues la inflación se los ha
tragado, cerco absoluto a toda empresa independiente y productiva, doble devaluación
de la moneda para financiar campañas electorales oficialistas, un precio del barril de
petróleo alto y una producción mínima,
una gasolina sustancialmente regalada, una jugosa entrada de divisas que
las reparte el enchufado que tiene la
mano en la llave del choro del presupuesto nacional, además de una violencia
intensa, una mortalidad ciudadana permanente, un abalar la condición marginal
como forma cultural imperante y alabada, una educación pública abandonada y
desmontada: atacada de muerte por falta de presupuesto, una salud minusválida y
de trato poco profesional junto a crecimiento de plagas de enfermedades tropicales, son, entre otras cosas, las situaciones que imperan
en este país bananero dizque revolucionario, pero no por su relación con los gringos sino con países cuestionados por su política poco
democrática y sí autoritaria, donde los derechos humanos son carta muerta, como son Cuba, China, Rusia o Bielorusia.
Pero
lo que sí se ha mostrado claro en estas últimas elecciones es que ahora más que
nunca el país si está dividido y que la
anterior minoría de la llamada oposición ha tomado cuerpo en todos los
estamentos sociales, encontrándose con el
coraje de un liderazgo que se ha planteado a toda costa hacer oír su voz, así se tengan conculcados todos los medios
privados y públicos de comunicación. La censura impera y la reducción a lo
mínimo de la palabra ciudadana libremente expresada es el fin que persigue un
gobierno que no acepta la diferencia y la alternancia, donde los militares quieren tener todo el reparto de la torta
presupuestaria sólo para ellos.
Así
se vive y así viviremos en esta farsa política, en esta ilegitimidad de
gobierno, y bajo la dirección de un presidente que ha dado verdaderas muestras
de debilidad mental y de liderazgo. Nada más pensar su decir constante que es hijo del finado
dictador y escucha voces aladas de pajaritos... ya da para reflexionar. La falta de hombría y de liderazgo auténtico
se nota en la silla presidencial y la presidencia de todo país tiene necesidad
del hombre de coraje, del saber
estadístico, del liderazgo oportuno y reconciliador y de llevar a buen puerto
los destinos de una nación.
Esta
farsa de legitimidad democrática que se
inicia, y es abalada por una serie de países irresponsables y que dicen ser
democráticos, al no aceptar el derecho electoral ciudadano de solicitar un
reconteo de votos y abrir así la puerta
a la transparencia política y democrática, hace que Venezuela entre a un asfixiante clima político y económico, civil y militar en un intervalo inmediato arropado por una crisis institucional
que se agudizará con el pasar de los días.
Ayer,
para una muestra, en todo el territorio
hubo muestras de protesta que fueron
reprimidas por las huestes de la violencia del estado. Hoy podemos vislumbrar
una continuación de ese descontento por el que navegan casi ocho millones de venezolanos que desean vivir
como ciudadanos y no como esclavos al modo que ha impuesto el castro-comunismo tropical cubano a sus ciudadanos.
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