De los
medios electrónicos (o eléctricos) y de nuestro interés por la humanidad
David De los
Reyes
La importancia social de los medios electrónicos viene dada por la implicación profunda e inmediata de nuestra atención corporal y psíquica ante ellos. Pareciera
extender una malla sobre todos; pareciera que
sintiéramos que no hay separación de intereses y ni de las
facultades sensoriales vinculada con el resto de los mortales. La electrónica une en simultaneidad nuestra percepción
individual a una gran masa perceptual colectiva que es
latigada de manera permanente y unívoca por su hechizo. La electrónica, desde sus principios, ha hecho que nos
interesemos por la humanidad y no por el vecino.; pero una humanidad que viene por el cable, por el circuito, por la
parabólica; un sentimiento que ha
sido aferrado a la silla por la
excreción permanente de la onda continua que explota ante nuestro cuerpo,
nuestros ojos, nuestra piel como un relámpago de eventos y sucesos trasportados desde otro mundo.
Lo
electrónica ha otorga, por otra parte, y a través de los medios que han derivado por ello, de una potente voz a los que sufren, a los débiles, siempre están en "primera plana"; se ha dejado de
lado a los especialistas y a los burócratas; quedan relegados todos los
manuales de instrucciones, como el papel impreso, queremos ser afectador por las ondas de un televisor, un radio, una pantalla, una
celular, un pc.
Con los M.E.
se inicia, como ya anunciamos, la época del interés por la
humanidad. ¿Por qué? Ello gracias a la inmediatez de la participación nuestra en lo ajeno, debido a la permanente
lluvia de informaciones instantáneas que nos mojan de forma constante por su sustancial vínculo lumínico. Pero
ocurre que tal instantaneidad nos lleva a que seamos reactivos, a que reaccionemos, a que nos exaltemos de forma permanente e instantánea; nos volvemos no espontáneos, como se pudiera pensar, sino seres instantáneos. Así, de forma instantánea
expresamos o mostramos compasión o irá, afecto u odio, pues se nos a amaestrado a que reaccionemos ante la
humanidad gracias a que
compartimos con todos debido a que todo medio electrónico viene a ser una extensión de nuestro sistema nervioso central. Lo eléctrico, como lo ha advertido McLuhan, es una
extensión de nuestro cerebro, de nuestro sistema nervioso y ello nos lleva a que para todo tengamos una
respuesta emocional inmediata más que una reacción comedida. De una reacción comedia,
propia del racional/lineal homo typographicus, pasamos a la reacción del comediante del homo ciberneticus, pues reaccionamos por el efecto de una conexión que a la vez es una representación; nuestra
reacción termina siendo una gesticulación cónsona y provocada ante el gran teatro electrónico del mundo virtual pre-y-re-presentado, de forma constante y en simultaneidad para un gran público, por los medios( no sólo electrónicos sino también hoy los mecánicos, que cada vez son menos). Somos comediantes electrónicos; representamos un papel; como ha dicho el autor aludido: terminanmos siendo lo que contemplamos de forma constante. Siempre actuamos en función del papel
(información), que nos dan a cada momento para actuar.
Este interés
por lo humano comenzó en occidente, como nos lo dijo el canadiense McLuhan en su texto Understanding media, gracias al telégrafo, pues la prensa, medio anterior a aquel, tiene un carácter nacionalista, localista, lineal y de tanto en tanto, presentaba, en el siglo XIX, alguna opinión
sobre un acontecer magno mundial. Pero
con la electricidad eso cambio. El mundo
está a nuestro pies, por así decirlo, está conectado permanente ahora a nuestro sistema nervioso; y en el presente, en todo momento, estamos vibrando con lo que
acontece a la humanidad; sabemos más de la humanidad que de la humanidad que somos.
Según McLuhan esta situación creó rechazo en las mentes letradas y sofisticadas. Estos exigen por su condicionamiento una
continuidad de lo visual y del punto
de vista fijo, lo que hace que esta participación inmediata de la
sensibilidad metálica conectiva eléctrica resulte
desagradable e incómoda. Esta
sensibilidad tipográfica imponía límites a este estadio de la condición cultural digital; tal sensibilidad se encuentra mutilada
por su propia educación, estudios y labores, son víctimas de los medios visuales impresos: la letra ni con sangre ahora entra...; se
siente a disgusto con tal inmediatez digital iconográfica. Ello pueda que fuese así en las décadas en que comenzaban a emerger los medios electrónicos, pero hoy en día todos, hasta los "letrados", estamos habituados
a traspasar de una pecera electrónica electrónica a cualquier otra de manera casi natural; de una pantalla del celular a un libro electrónico presentado en una tableta, o ver las dos simultáneamente, por ejemplo. Funciona, de esta forma, nuestra domesticación de animales
formados por el discurso visual impreso pero barnizados, en todo momento cotidiano, con el discurso mediático icónico electrónico.
El interés
por la humanidad, dentro de lo que hoy llaman los teóricos la cultura-mundo, amplió nuestra zona de
atención y el mundo ganó nuevas áreas de inversión y creación. Motivando al
hombre a sobrepasar su rincón y
adentrarse en la alfombra mágica de la pantalla electrónica que, sin saberlo, extendió su interés local hacia el resto del moribundo planeta plagado de
catástrofes, muertes, crímenes, estafas y deportes tribales, es decir, un mundo muy humano... Ahora el interés
humano no es tan humano, por su inmediatez y emocionalidad, es propio de un
vínculo tribal, propio de la aldea glocal (local y global) electrónica en que vivimos hundidos en el lodazal de la incomprensión .
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