FRACASO
El fracaso es una buena escuela del pensamiento
y su correlativa acción; pensar es actuar. Venezuela hoy es esa escuela. El
detritus del fracaso social a todos los niveles en el país ha hecho a una gran
cantidad de personas poner atención al fracaso que lo rodea y que impulsa, sin saberlo, en sus modos de
convivencia con la realidad. En el error está la verdad, decían los románticos
alemanes. Nosotros podemos referir que el pensamiento busca la supervivencia y
esto gracias al fracaso. Cuando nuestros actos son satisfactorios no hay
residuo mental que llame la atención; dejamos pasar la vida sintiéndola fluir
con el todo; el pensamiento se vuelve creativamente positivo casi sin saberlo o
el afecto sentido crea una aureola entre el individuo y los demás que vive una
especie de estado de gracia inconsciente. Pero el pesar surge cuando se
reconoce una falta de adaptación o satisfacción que debemos detenernos a considerar. De esta manera
cuando el organismo humano deja de responder adecuadamente a su situación,
tanto física como cultural, tanto natural como política, aparece el material
para la fuerza negativa que despierta el
proceso del pensamiento actuante, y cuanto más
grande el fracaso más penetrante y fuerte deberá ser el pensamiento en
sí. Pero el fracaso tiene su propia asepsia, aquellos que no superan su propio
sufrimiento se eliminan y son especímenes que su sentido de supervivencia se
debilitó, acepto el fracaso que lo conduce a su justo lugar.
MISERIA Y HUMANIDAD
La miseria y la nulidad política venezolana
condena a sus mejores hombres a buscar refugio en un mundo interior carcomido
por la desesperación y abocado a la muerte. Venezuela, a falta de instituciones
eficientes y justas en su historia, no ha sido
jamás una nación; no ha sido jamás un Estado. Es la piñata en la que sólo cogen
los que se arrastran desde el piso hacia el presupuesto nacional; donde, en
conjunto, reina la sumisión ante el poder dadivoso de un Estado militarizado.
Un modelo de estado definido por una racionalidad moderna de saqueo, que
termina siendo fabrica de miseria, fábrica de hampones, fábrica de destrucción,
fábrica de muerte.