jueves, 5 de junio de 2014

Hombres  como potencias

David De los Reyes


Foto: HOMBRES COMO POTENCIAS

Con estas dos palabras damos entrada  a la apreciación hegeliana de las potencias  de las leyes y las determinaciones de las medidas morales que contiene la religión natural de China.  Toda determinación debe ser tomada como actividad. Los hombres del mundo antiguo Chino (y actual…), se hallan sometidos, como seres pertenecientes a la tierra, a las ordenes estamentarias del emperador, el cual es tomado como la suprema potencia entera, regidor de todo el mundo terrenal  y universal conocido. En esta antigua concepción animista de la naturaleza sagrada  los difuntos y antepasados también gozan de esta virtud, en tanto potencias particulares de devoción y protección por lo significativas que fueron sus vidas para nosotros y su entorno.  Pero también tales potencias pueden ser absorbidas por ciertos hombres. ¿Cuáles? Pues los sabios que cansados de ser funcionarios o letrados y profesores del imperio o del estado,   se retiraban de la vida cotidiana del reino y se convierten en ermitaños en los profundos bosques oscuros y silenciosos. Se convierten en potencias al retirarse del mundo; son considerados prácticamente casi difuntos en vida; o como diría Lao-Tse a los seguidores del  Tao: una vez tomado el camino del tao  morimos para la vida, nos separamos de la vida social. Los  sabios ermitaños son considerados como seres que se han preocupado en ahondar en su interioridad, dirigiendo su vida en el insondable e innombrable tao, en la inteligencia universal del cosmos, en el conocimiento de las potencias ocultas a los ojos comunes, pero presentes en la naturaleza. Es la integración con la substancia de la materia de la naturaleza en tanto animada por el espíritu de lo oculto pero presente, el camino que traza en todo el tao como fuerza implícita que desde el vacío da forma a todo, sin ser indiferente a nada.


Con estas dos palabras damos entrada  a la apreciación hegeliana de las potencias  de las leyes y las determinaciones de las medidas morales que contiene la religión natural de China.  Toda determinación debe ser tomada como actividad. Los hombres del mundo antiguo Chino (y actual…), se hallan sometidos, como seres pertenecientes a la tierra, a las ordenes estamentarias del emperador, el cual es tomado como la suprema potencia entera, regidor de todo el mundo terrenal  y universal conocido. En esta antigua concepción animista de la naturaleza sagrada  los difuntos y antepasados también gozan de esta virtud, en tanto potencias particulares de devoción y protección por lo significativas que fueron sus vidas para nosotros y su entorno.  Pero también tales potencias pueden ser absorbidas por ciertos hombres. ¿Cuáles? Pues los sabios que cansados de ser funcionarios o letrados y profesores del imperio o del estado,   se retiraban de la vida cotidiana del reino y se convierten en ermitaños en los profundos bosques oscuros y silenciosos. Se convierten en potencias al retirarse del mundo; son considerados prácticamente casi difuntos en vida; o como diría Lao-Tse a los seguidores del  Tao: una vez tomado el camino del tao  morimos para la vida, nos separamos de la vida social. Los  sabios ermitaños son considerados como seres que se han preocupado en ahondar en su interioridad, dirigiendo su vida en el insondable e innombrable tao, en la inteligencia universal del cosmos, en el conocimiento de las potencias ocultas a los ojos comunes, pero presentes en la naturaleza. Es la integración con la substancia de la materia de la naturaleza en tanto animada por el espíritu de lo oculto pero presente, el camino que traza en todo el tao como fuerza implícita que desde el vacío da forma a todo, sin ser indiferente a nada.

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