Hombres como potencias
David De los Reyes
Con
estas dos palabras damos entrada a la
apreciación hegeliana de las potencias de las leyes y las determinaciones de las
medidas morales que contiene la religión natural de China. Toda determinación debe ser tomada como
actividad. Los hombres del mundo antiguo Chino (y actual…), se hallan
sometidos, como seres pertenecientes a la tierra, a las ordenes estamentarias del
emperador, el cual es tomado como la suprema potencia entera, regidor de todo
el mundo terrenal y universal conocido.
En esta antigua concepción animista de la naturaleza sagrada los difuntos y antepasados también gozan de
esta virtud, en tanto potencias particulares de devoción y protección por lo
significativas que fueron sus vidas para nosotros y su entorno. Pero también tales potencias pueden ser absorbidas
por ciertos hombres. ¿Cuáles? Pues los sabios que cansados de ser funcionarios
o letrados y profesores del imperio o del estado, se
retiraban de la vida cotidiana del reino y se convierten en ermitaños en los
profundos bosques oscuros y silenciosos. Se convierten en potencias al
retirarse del mundo; son considerados prácticamente casi difuntos en vida; o
como diría Lao-Tse a los seguidores del
Tao: una vez tomado el camino del
tao morimos para la vida, nos
separamos de la vida social. Los sabios
ermitaños son considerados como seres que se han preocupado en ahondar en su
interioridad, dirigiendo su vida en el insondable e innombrable tao, en la
inteligencia universal del cosmos, en el conocimiento de las potencias ocultas
a los ojos comunes, pero presentes en la naturaleza. Es la integración con la
substancia de la materia de la naturaleza en tanto animada por el espíritu de
lo oculto pero presente, el camino que traza en todo el tao como fuerza implícita que desde el vacío da forma a todo, sin
ser indiferente a nada.
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