Reflexión del día
El
día está lleno de eventos. Estamos en la semana en que se presentan una serie
de actos artísticos en los espacios de la universidad a la que pertenezco. Como profesor de una universidad en Latinoamérica
(o del mundo en general, podríamos decir), una de las políticas de la academia actual
es sacarla a la calle, hacia la
comunidad. Una intención loable, una
propuesta que alimenta la formación, la cultura de la ciudad en la que
se haya inscrita la institución. Pero ¿por qué no tengo la menor gana de
salir de mi oficina y adentrarme en
alguno de los eventos que se están dando en este momento, como conferencias,
talleres, películas, conciertos, etc.? La apatía e indiferencia ha rodeado mi espíritu
que buscó al arte en algún momento. “La
voluntad la tengo minada”, me digo. A mis años las ganas de la novedad y de las
propuestas jóvenes en el arte me dejan indiferente y despiertan un sentimiento
de distanciamiento. Para mi presente particular, me seducen más las formas
antiguas, las creaciones pasadas, las músicas originales, los cuadros con rigor
y habilidad artística, por decir lo menos, de muchas expresiones que han
alimentado mi trayecto a lo largo del camino de la vida. El haber pasado en
nuestra cultura, de un arte del ojo (o
del oído), a un arte del cuerpo como centro a donde deben estar hoy dirigidas
las propuestas estéticas de la creación del arte me dejan sin cuidado. Un mundo
de experiencia inmediatas tengo frente a mí, que poseo un cuerpo que, más que
vivir intensidades perceptuales digitales o pantallísticas, o de coros
postmodernos en grupos participativos, o propuestas corporales de un arte performático (como se refieren a
todas estas acciones que desde los años 60 del siglo pasado han ido emergiendo
y habitando en los museos de mundo), un
cuerpo –repito- que prefiere la ilación que invoque la obra artística entre
percepción, entendimiento y espíritu, conceptos envejecidos y perdidos en el
acontecer del lago de la cotidianidad anodina de nuestras sociedad de masas y de consumos neuróticos. Abordar al
mundo con los planteamientos del arte de hoy me van siendo cada vez más
distantes, más extraños, menos humanos, más mecánicos, más asertivos. Es toda
una sensibilidad fría de los bits. Quizá
hoy no tenga muchas palpitaciones por incorporarme a participar (más que
entender) al arte que se da en torno a las propuestas que veo y escucho en esta
semana dedicada a las diversas expresiones del arte que acoge esta universidad.
Pueda que mañana cambie de opinión, pues es propio de nuestro mundo cambiar de
identidad y de posturas. Pero lo que es hoy, -y que esta reflexión SOLO SIRVE
PARA EL DÍA DE HOY-, hoy pensamos así, mañana no sabré con certeza a dónde me
pueda llevar los aires de los días y de las noches.
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