lunes, 6 de febrero de 2012


2012: fin de mundo
David De los Reyes


Este año se nos presenta complicado. Los seguidores de  fetichismos proféticos nos hablan del fin de la tierra para el 21 de diciembre del 2012 gracias al calendario maya; en mi país, Venezuela, nos entramos en un proceso electoral que ya tiene, y no proféticamente,  el nombre del ganador, gracias a los indígenas del gobierno y de la llamada oposición.  Entre estas dos opiniones nos vamos a ver entregados nuestros actos de habla a lo largo de este año, que será determinante para unos y conclusivos para otros. Lleno de catástrofes  climáticas y cambios  críticos en las economías de los llamados países avanzados y no tan avanzados (¿retrasados?), que apuestan a seguir manteniendo su esquema de vida consumista, derrochista y poner mordazas por doquier; todo ello lleva a que surjan en el mundo reflexiones que adviertan la necesidad de un cambio mental-espiritual que debería comenzar con una propuesta de perspectiva ecológica educativa, económica y política, de una reducción de gastos superfluos (léase militares!!!), unos usos democráticos y más elevados de información pertinente de los medios de comunicación, además de una apertura de libertad de expresión de todas las minorías y, por último, la más inminente, de una reducción de la población mundial (sobre todo comenzando por todos los países del tercer mundo, incluyendo  la imperialista China y la espiritualista e informática India).
Lo que nos deja todas estas secuelas fetichistas y proféticas de  opiniones generalizadas por los medios, y retrasmitidos como virus de una matrix mundial, es la permanente incapacidad del hombre de afrontar de forma responsable y ética su vida.  Los males o los bienes vendrán de unas predicciones que surgen del sabio mundo chamánico matemático maya,  inscrito en los símbolos milenarios,   gracias a un calendario que tiene la peculiaridad de pronosticar  distintos fenómenos astronómicos, pero sobre todo la alineación del centro de la Vía Láctea con el Sol, situación que ocurre cada 26.000 años. Nos encontramos en el último ciclo de dicho calendario (el quinto), que debe terminar en esa fecha señalada. Si eso ocurre, como la disminución de los campos magnéticos de la tierra,  el desarrollo de una mayor penetración de todo tipo de rayos lumínicos y energéticos sobre la tierra debido a la debilidad de dichos campos magnéticos, causarán grandes cambios en la humanidad. Dicen la humanidad, pero no se plantean para nada el resto de las especies animales. Los muy holísticos chamanes de la Nueva Era siempre hablan  sin salir del reducido onfalos humano, de convertir siempre al hombre en el centro de cualquier acontecimiento: puro antropocentrismo del peor. El hombre, cuantas veces habrá que repetirlo,  es sólo una especie más, para nosotros, quizás por pertenecer a ella, la más importante, pero no es la única sino una más. Aunque para estos chamanes informáticos entraremos en una era de telepatía generalizada. Lo cual  presentará una realidad en la que no podremos ocultar nuestros pensamientos a los otros y, por tanto, tendremos que cuidarnos de qué pensamos porque el vecino sabrá hasta cuando iremos  a estornudar, por decir lo menos…
Si esto es así entonces ya sabemos que telepáticamente se dirigirán campañas políticas en todas las pseudo democracias de Latinoamérica y quién será su ganador finalmente. Quizás ahora tendremos que pasar de convivir en  un mundo dividido y fragmentado, en uno sólo unidimensional y los tiranos políticos mediáticos se conviertan en los nuevos dioses colectivos que profetizarán no el fin de los tiempos sino el nuevo edén por venir, el cual tiene sabor  a totalitarismos, mediocridad,  incapacidad para solucionar problemas, más contaminación, gasolina regalada, econocracia socialista (o liberal!), comida podrida, carencia de distribución de productos,  hacinamiento, pérdida de la propiedad individual, entrada a la revolución que no sabemos que mejoras ha provisto y realizado desde sus inicios y nada, lo más importantes para los tiranosaurus rex de la política: seguir chupando la cola del poder y de los presupuestos nacionales dirigidos por incapaces armados que apuestan a la inmediata ganancia grupal y no a  la creación de las condiciones para la perpetuación de las generaciones  futuras, no sólo nacionales sino esto a escala mundial.
Como es el anuncio del fin de los tiempos quizás debamos apostar por que suceda. La especie humana dejaría de atormentar a las demás especias, al conjunto de la tierra y, en especial, al resto de los mismos miembros humanos, y su mundo simbólico de absurdos y sufridos condimentos religiosos y de egocentrismos  divinos se acabarían.  La naturaleza volvería a respirar.
Que venga el 21 de diciembre. Que pase el 2012, lo digo ya. Quiero ver el 2013, el cual también será un año catastrófico, por terminar en otro número de superstición colectiva: 13. En fin, a medida que veo más al hombre más me gusta convivir con mi pointer Hanna: y recordar que el silencio es de sabios, aún debo aprender!.