lunes, 19 de junio de 2017

Del antropoceno al antropobsceno

David De los Reyes



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El antropoceno ha sido definido, desde la geología, como la era donde la acción humana comienza a generar una actividad significativa y casi irreversible al ecosistema global del  planeta. El hombre, su inteligencia transformadora, su modernidad  y episteme conquistadora y explotadora a partir del siglo XVIII y la llamada revolución industrial, pasando luego por la extracción de las bolsas de energía solar subterráneas en forma de petróleo, y ahora por la pluriuniversalidad de la revolución digital con los algoritmos de la big data y los siniestros usos de la inteligencia artificial, nos condena a una observancia obscena del hombre sobre el horizonte  del presente, inaugurando un estadio de antropobscenidad. Antropoceno y antropobsceno se complementan. Antropoceno es este período del modelo de producción industrial del capitalismo avanzado, acentuado por el desarrollo de la economía globalizada, respaldada por toda la red de comunicaciones  digitales, a la cual se suma hoy toda una pléyade de técnicas cibernéticas presentes en este nuevo estadio de la  aplicación de la inteligencia artificial.
Este término acuñado  a finales del siglo XIX y retomado en la segunda mitad del siglo XX, fue creado por ciertos científicos para designar nuestro tiempo como la era  antropocénica, sucesora del holoceno, una era que decanta en obscenus;  es decir, detestable y repulsiva para la sobrevivencia de la diversidad de las especies y, sobre todo, para la especie hombre su patrocinante y propagador.  Es por ello que podemos observar que entramos en un estadio cultural donde la experiencia humana  se precipita a  un suicidio acelerado por carencias y catástrofes naturales gracias a la implementación de la artificialidad cognitiva (como es el caso archi-mencionado caso del recalentamiento de la tierra); un estadio universal que podemos acuñar, desde  el pensamiento y la interculturalidad, como una era antropobscena.  Construcción conceptual que implica 11 Ponencia para el I° Congreso Internacional de Arte de Uartes, Guayaquil, 21 de junio del 2017.
 comprensión de lo sucedido y por suceder, debido a los acontecimientos, modos,  creencias, estilos y niveles de vida en dónde se enmarcan y se suman las crisis del estado, de la política, del arte, de la sociedad y sus miserias ampliadas  a todo nivel.
El término antropoceno deriva, a nuestro entender, a una era antropobscena,  estadio donde reina el quiebre ecológico: la muerte  de ecosistemas completos, cementerios de desechos atómicos (como las fosas de desechos nucleares en el fondo del mar Báltico, por ejemplo), la deforestación de selvas tropicales, para fines de ganancias inmediatas a punta de extensos monocultivos de soya para alimentar reses y no humanos; la inserción de contaminación de desechos industriales a todo nivel  en un mundo, el cual  se ha convertido en un basurero mundial por donde lo miremos; estas son sólo algunas de las fatalidades generalizadas que prescriben un mal porvenir cercano.
El término obsenus  procede del latín y  su origen deriva de ob  (oposición, enfrentamiento), y caenum que en principio significa suciedadbasura; en el sentido usual se toma como sin pudor o que ofende a los sentidos: hizo un acto obsceno, por ejemplo.
Considerando que el antropobsceno es una era de un continuo bombardero a los sentidos con productos y desechos que no dejan indiferentes a la sensibilidad y al pensamiento, por más que se quiera ocultar.   En el sentido literal de obscenus  vendría a tener el significado de algo así como contra la escena, lo que no puede verse en escena. Y si notamos bien, toda la condición del hombre moderno vive bajo la estela del ocultamiento, de las sombras y de los desechos de todo tipo; ocultamiento fracasado en el presente: todo se ve, todo se siente, todo está ahí, sobre y dentro de la piel de cada uno; cuanto más nos alejamos más cerca nos encontramos.
Se vive en un mundo que no quiere reconocer su permanente obscenidad, su complejidad y su ignorancia cultivada a costa de sólo ver lo que se puede presentar en escena, es decir, eso que llaman políticamente correcto. Sin embargo el aspecto positivo del reconocimiento de nuestra sociedad antropobscénica nos lleva  a ocultar, no lo que debe verse, sino lo que no puede ocultarse ni fingir; es presentarse ante la dura verdad que cubre este mundo de aspectos completamente criminales no sólo contra el hombre sino contra toda la rica e única biodiversidad de los seres del planeta en conjunto.
A pesar de que el término obsceno también tiene una connotación sexual moral o de norma sexual, creo que podemos seguir enmarcándola en su significado primero, de asqueroso y, sobre todo, desfavorable, de suciedad; nuestra época  no es sólo de la masificación humana sino de la masificación industrial de la basura y de la suciedad inducida sobre la tierra y los océanos y, por ende, de su muerte, nuestra muerte. Asqueroso por la condición de habitar un mundo progresivamente insalubre, transformado en vertedero de desechos; desfavorable por la acción humana incontrolada y ambiciosa de la explotación de la violación y dominación  de la naturaleza (como diría Francis Bacon ya en el siglo XVII: hasta su época el hombre era sólo intérprete y siervo de la naturaleza; o sus poderosas palabras tomadas al pie de la letra por los progresistas: la inteligencia humana debe apropiarse de instrumentos eficaces para dominar la naturaleza”, cosa que no se ha dejado de hacer de manera intensificada, donde al dominar la naturaleza externa también se ha terminado de dominar y destruir la propia naturaleza corporal y humana).
Nuestro tiempo histórico, por la acción del hombre sobre la naturaleza a partir de un modelo de explotación industrial masivo,  nos permite hablar entonces de beneficios obscenos. Si agregamos la capacidad destructiva de la poderosa industria militar, igualmente podemos hablar de la obscenidad de la guerra (desde la 1ra guerra mundial a todas las que han venido posteriormente apareciendo en el marco de  la destrucción humana y natural) coronando hoy con la obscenidad  del terrorismo donde el objetivo humano indefenso y civil es el blanco  buscado para aniquilar. Y no digamos de la segunda industria con gran capacidad destructiva, la minería corporativa en todas sus ramificaciones.
Cada cultura tiene una significación de lo obsceno, que recaen en el eslabón de los tabús. En  la nuestra judeocristiana, el adjetivo obsceno tiene especial uso dentro de la industria y productos pornográficos, referidos a una sexualidad que escapa por los códigos de la sexualidad políticamente correcta...  A la par, hayamos el tabú de nuestro presente: la intocabilidad del modelo acelerado de producción y su visión de mundo desechable y consumista, donde la aplicación de leyes ambientales ante la obscenidad descontrolada y sus efectos irreversibles para las generaciones futuras por la explotación de la naturaleza, no tiene significación real o son sobrepasados por procesos de influencia económica y, por ende, política.
Otro de los muchos usos de una actitud o acción obscena propia de sociedades cerradas, está referido al derecho universal de la libertad de  expresión, considerando ciertas declaraciones como obscenas. Sin embargo no se aplica ninguna censura –sabiendo, como dice el proverbio castellano,  que no hay peor ciego  que aquel que no quiere ver- a ciertas prácticas donde se infringe toda posibilidad  de la sustentabilidad del medio ambiente y del  buen vivir que debe proyectarse tanto a la humanidad como al mantenimiento de la diversidad biológica en general. Por ello  las sociedades dogmáticas atacan con vehemencia a toda declaración que haga uso de la libertad de expresión tanto a nivel individual, comunitario o dentro del sistema de los medios y redes sociales actuales que no se atengan al dictum del dogma ideológico impuesto en tanto verdad única.
De esta forma, al hablar de  la sintomatología de la era antropocénica debería incorporar en sus espacios significantes,  la concepción antropobscénica, que es la condición más común actual de una humanidad inconsciente de su ambiente y las relaciones cibernéticas de su hábitat, sin cultura ecológica real, donde se debe comprender y conocer el paso de la relación y vinculación insoslayable entre los integrantes de nuestra nave viva espacial, nuestra Gea, en su globalidad.
Tantas veces se ha dicho: lo que hacemos en nuestra vida cotidiana local tiene sus efectos en la globalidad del planeta. Es la obscenidad de un modelo aceptado y multiplicado de apropiación descontrolada, sólo por el miramiento de la rentabilidad asesina inmediata.
Al pasar del concepto antropocénico a lo antropobsénico nos enfrentamos a nuestro estadio histórico, estableciendo una relación con  nuestra vida y el mundo  con el sentido augural del término obsceno, aquel de un estadio humano siniestro, de malos presagios, de lo terrible y, por lo general, que no nos gustaría ver. Ello es imposible,  pues nos acompaña esta antropobscenidad en todo momento y en todo lugar.  Habitamos en un mundo de  toxicidad y contaminación que descartamos observar;  de consumir  todas estas impurezas que surgen del sacrificio,  la violación y dominación –y no cohabitación sustentable- con las miasmas funestas que emergen de la tierra herida y atacada por la mano desbordada e incontinenti del hombre.
El término antropobsceno, podemos notar, también puede incluir la condición contraria,  de asumirlo dialécticamente en su sentido literal, el de enfrentar (ob) la suciedad (caenum), las miasmas contaminadas, la destrucción inducida de la foresta tropical mundial, la pobreza de la ferocidad por causa de los abonos y pesticidas, la toxicidad química y ahora electrónica/digital, la basura mediática recogida por las tendencias algorítmicas de la big data para construir pesadillas absurdas de sociedades teledirigidas y la degradación de la  biodiversidad dejada por los usos y huellas industriales de una  humanidad inconscientemente asesina. Toda una tarea a planificar. 
El antropoceno, sin embargo, es un término bastante inocente en sus referentes, pues  sólo describe una  situación del hombre sobre la geografía económica humana  sin abordar la condición moral que la produce,  de esa obscenidad del hombre  al proveerse de una vida que condena al resto a partir de la satisfacción del placer y consumo inmediato incontenido y brumoso, de sus delirios de grandeza que no son otros que los mismos que construyen nuestras miserias.
En esta era de la antropobscenidad no  podemos desentrañar otra cosa que un augurio infame, un sabor a mal presagio desfavorable a todos. Pudiendo reflejarnos en las palabras de Virgilio en el canto IV, de  su Eneida,  donde la bella Dido, al descubrir  al cadáver de su amante Eneas,  al que los troyanos abandonan para seguir su viaje, luego de un ritual sacrifical que se realiza, contempla un augurio obsceno  que no anuncia más que su futuro suicidio. Palabras en las que podemos reflejar el eco de nuestra dinámica general del estadio  histórico global que nos  proyecta a  notar la presencia de un augurio obsceno suicida, imbatible e indetenible, catastrófico y de profundas miserias y guerras de deshumanización.  Sus versos  pueden ser leídos así:
“vio al colocar las ofrendas sobre las aras ardientes de incienso/ con visión horrenda de decir que los ingratos líquidos sagrados ennegrecían/ y con ella vertía los  vinos derramados en una sangre siniestra  de obscenos augurios”[1].
Palabras que podemos interpretar refiriéndolas al estadio  antropoceno, que  no es más  que una prolongación de esta condición más inmediata e irremediable de lo antropobscénico, espacio cultural-temporal donde los ingratos y tóxicos líquidos y gases (atmósfera y océanos), sagrados ennegrecen nuestro futuro, transformando nuestra existencia  como plasma de una sangre siniestra en la que sólo  podemos percibir  obscenos augurios en el horizonte.





[1] Los versos (450/452), originales de Virgilio de la Eneida son: “vidit turicremis cum dona imponerit aris/ homendum dictu, latices nígrescere sacros/  fusaque in obscenum se  vertere vina cruoren.  Tomado de: www.apocatastasis.con: http://www.apocatastasis.com/eneida-virgilio.php. Eneida de Virgilio – en latín. Visto el 20/06/ 2017.

miércoles, 24 de mayo de 2017


Venezuela desde Guayaquil
David De los Reyes

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Desde Guayaquil (Ecuador), Venezuela se siente distante en lo físico pero sigue cercana en el corazón. En el país que ahora habito, Ecuador, es un día de doble celebración. Por un lado la batalla de mayor realce para eso que han llamado los historiadores la independencia de una nación en el siglo XIX del coloniaje español, la batalla de Pichincha, algo así como la de Carabobo en el país del Caribe. Y luego, por otro lado, la sucesión de la banda presidencial del expresidente Correa a su colega de partido, el nuevo presidente elegido, Lenín Moreno.
Mientras esto sucede aquí, como parte de un gobierno saliente, aupado por unos y por otros cuestionado de autoritario, perseguidor de medios, de realizar negocios turbios en las regiones habitadas por las etnias indígenas del Amazonas, junto a un criticado uso de los recursos nacionales, al menos podemos notar que el estado sigue el hilo constitucional, que si bien no se es partidario del gobierno de turno, si se puede observar que se tiene una continuidad democrática constitucional.
Eso cambia los cuestionamientos. Correa deja la presidencia luego de una década de gobierno. Moreno asume un gobierno que puede, como se dice en estos casos, mejorar las condiciones de su país y elevar la calidad de vida, no de manera superficial y a golpe de recursos publicitarios ideológicos, sino en cuanto a la dignidad espiritual y condiciones materiales de vida dentro del marco de libertades legales que representa cierta idiosincrasia política ecuatoriana.
Para la toma de posesión se ha invitado al que funge de presidente en Venezuela, hoy dictador a todas señas. Y no se ha esperado mucho para escuchar declararlo persona no grata por el Alcalde de Quito y un gran número de ciudadanos que no están de acuerdo en el tipo de realidad que ha constituido en aquella nación. Si es que llega a venir deja un país minado en violencia, sin salida, con una postura autoritaria desde los inicios de lo que ha sido su dictadura, con una realidad de escasez y mortandad médica galopante por falta de los mínimos recursos para atender enfermos. Y para colmo militarizada hasta los resquicios más insospechados. Todo huele a sudor verde oliva.
Ante esta situación de quiebre nacional, la sociedad civil ya lleva más de cincuenta días en la calle, y más de cincuenta asesinados por las huestes militares, sobrepasando todas las expectativas de protesta ciudadana que se hayan dado en la historia republicana de Venezuela. Y sin embargo el gobierno actúa como si la cosa no fuera con él, como si sólo hay que apagar una escaramuza caprichosa de individuos que no tienen ningún derecho a la protesta por no aceptar más las condiciones de vida a las que han sido sometidos y esclavizados.
El inquilino del Palacio de Miraflores de Caracas ahora impone una nueva fórmula sacada del sombrero del mago de sus asesores: una asamblea constituyente, írrita desde su origen. No se ha efectuado ninguna consulta universal al pueblo para llevar a cabo tal proyecto constitucional, el cual vendría a cortar una tela legal a la medida del dictador por la gracia del comandante galáctico y sus compinches de la dictadura de la isla de Cuba.
Sea lo que venga a suceder en Venezuela en las próximas semanas, no dejará tranquilo a los personajes del narco estado establecido a la fuerza. La ciudadanía debe mantenerse en una permanente protesta en la calle, donde salir para demandar derechos y la renuncia de los narco-gobernantes debe ser el norte a mantener por la dirigencia que pretende serlo. Advirtiendo que todo aquel que busque en estos momentos elecciones, sean las que sean (presidenciales o de gobernadores), están pervirtiendo y deteniendo el movimiento emancipador y democrático que ha decretado el soberano contra un gobierno y una dirigencia opositora que sólo sabe mantener sus posaderas en cargos públicos para sus intereses, prevendas, privilegios y robos personales, y de grupo, de la hacienda pública. Hoy Venezuela es otra, hoy se levanta en rebelión, sin marcha atrás. El final sólo es uno: defender la democracia y purgar al país de los políticos y militares que han apostado por el asesinato ciudadano y no por escuchar los reclamos de una ciudadanía consciente y carente de derechos. Venezuela está lejos pero cerca; mi solidaridad desde Guayaquil para los nuevos emancipadores ante la tiranía establecida. El día llegará...

martes, 31 de enero de 2017

HOMBRE SUPERIOR



La filosofía oriental china antigua se preguntó por el hombre superior. Es  uno de los temas insistentes. Sea en las voces de Lao-Tse, Chuang Tzu o Confucio. Cada uno  en su estilo, cada uno a su manera. Pero les resultaba difícil hallar ejemplos de hombres verdaderos. Quizás cada uno de ellos fue un modelo particular de esa búsqueda, pues sólo el hombre superior puede alcanzar ese estado.  Es por ello que tal tipo de hombre no intenta criticar  a las personas por lo que falla en él mismo, y no avergüenza a las personas por sus faltas. Quien no es un hombre verdadero no puede soportar ni la pobreza ni la prosperidad por mucho tiempo. Su felicidad la encuentra viviendo de acuerdo con los principios del encuentro con su propia verdadera naturaleza humana, nos dicen esos maestros antiguos, hasta Sócrates inclusive en el mundo helénico. Este vive dentro de ese cerco natural, para el hombre meramente ordinario piensa que es ventajoso hacerlo así. El hombre verdadero realiza su vida sin un curso de acción preconcebido y sin ningún tabú, pues todos son productos del error de la mente humana y de una circunstancia determinada que implica poder.  En su mirada al mundo decide que es correcto hacer lo que está haciendo en el momento. Los hombres que dicen ser santos son los ladrones de la virtud.

¿Una descripción de este tipo de hombres prácticamente fuera de este mundo? Nos la da Chuang Tzu al advertir que si hay hombre de  virtud perfecta notamos que cuando descansa, no tiene pensamientos; al entrar en acción, no posee ansiedad. Su preocupación por el bien y el mal es nula pues no reconoce, como nosotros, lo qué es bueno y qué es malo de forma unilateral. Los otros hombres se adhieren a él como niños que han perdido a sus padres, se colocan a su alrededor como cansados viajeros que han perdido su rumbo. Poseen riquezas que ahorran, sin saber muy bien de dónde provienen.  Tienen para satisfacer su alimentación y sus necesidades vitales pero no se esfuerzan en saber quién las suministran. Es así que en tiempos  que llaman de   “virtud perfecta”, que por lo general siempre la encontramos en la imaginación mítica de los pueblos en un pasado bastante lejano, estos hombres buenos no son apreciados; el talento no es visible. Los gobernantes son reconocidos como simples guías y el  hombre común son tan libros como siervos salvajes. Su honradez  está presente sin tener consciencia de sus compromisos para con sus vecinos. Su aprecio es mutuo sin ser tener presentes que hacen caridad a otros.  Son verdaderos sin saber que obran de buena fe. Es un hombre sin huellas y sus asuntos no esperan que pasen a la posteridad. Se concentran en el presente y lo disfrutan en la simplicidad del flujo eterno.