miércoles, 11 de julio de 2012


Schiller 
o el entusiasmo por  el individuo.
 David De los Reyes

 Foto de Sebastian Salgado


La figura  de Frederich von  Schiller (1759-1805) ha crecido con el tiempo y más en épocas donde la liberación del individuo y, por ende, de la sociedad se confunde con modelos  totalitarios, como es el caso de nuestra realidad tropical venezolana. Hoy a más de doscientos años de haber pasado al recinto donde habita el silencio encantado de la muerte podemos seguir preguntándonos ¿quién fue  este  poeta, dramaturgo y filósofo? se podrán interrogar algunos. Seguramente se recordarán de él gracias a otro genio, me refiero a la “Oda a la Alegría” en la Novena Sinfonía del sordo Beethoven. Pero el idealista Schiller fue más que el creador de una simple oda impregnada de buenos sentimientos a la humanidad.
Compañero de Hörderlin y Hegel, sin él  el movimiento artístico del romanticismo  no  estaría completo. A la filosofía del idealismo alemán le faltaría una pieza primordial. A la literatura y el teatro universal  uno de los más frondosos  y complejos representantes. Pero si cultivó todo eso  su profusa obra, no deja de asombrarnos su fuerza del querer irrumpir al mundo  mediante el entusiasmo y su mensaje por el arte y del pensamiento estético, a través del cual bregó a lo largo de su corta vida  (45 años), asediada por una débil salud, producto de una malaria mal curada,  junto a los vaivenes de su precariedad económica.
         A los trece años lo inscriben en la Academia Militar y gracias a ello encuentra su destino: halla en la literatura y en la escritura la puerta de escape al aburrido, árido y romo  mundo del cuartel; claro está que no es un buen ejemplo de inteligencia militar. Ante la rigidez de la disciplina castrense se revela gracias al arte,  creando una primeriza y original creación libertaria y subversiva, Los Bandidos.  Temeroso de ser reprendido por sus  ¿correctos oficiales superiores? no le queda otra cosa que desertar y comenzar su aventura artística literaria. En fin: “La palabra es libre; la  acción, muda; la obediencia, ciega”.
         Es así que frente a los cultores del patetismo democrático populista teñido de sentimiento patriótico de moda, podemos anteponer su idea de cultura. Aunque sus ámbitos son la Alemania de finales del siglo XVIII, no dejan de tener interés sus  planteamientos de romántico ilustrado. Bien dijo que la grandeza de una nación no radica en la política, ese tinglado de buhonería ideológica, de romerías de intereses privados en lo público y  pillastres vendiéndose al mejor postor, y que fortuitamente llegan a tener aciertos sociales.  Lo interesante de  un pueblo está en su cultura en tanto apropiación individual, en cómo desarrolla sus formas  y en comprender  que en el arte podemos encontrar un sentimiento estético de libertad  gracias a la apariencia real de la obra artística individual.
         No es casual que uno de sus planteamientos más conocidos  esté en  su “Carta sobre la Educación Estética”,  la  cual proponía su plan civilista ante la barbarie, su sentimiento de  cordialidad ciudadana ante  la  indiferencia  y  lo disoluto del rebaño.  La civilización pasa por nuestra interioridad y sólo desde el balcón de la subjetividad  se puede alcanzar cierta libertad y entusiasmo para la construcción ciudadana.  Más que  un tirante deber moral está presente un querer moral y estético personal.
         Su programa no era de fácil hacer, tampoco muy comprensible para  los jirones de nuestra humanidad actual. Sin embargo sigue siendo antorcha de ejemplo, luz de camino,  faro para el individuo. Fomentar la libertad  a través de la cultura y civilización que carguemos en nuestras alforjas personales fue  su propuesta; convertir al individuo en un todo minúsculo gracias a una educación estética, con el cual el hombre  sienta un nexo de sentido cerrado con él  a partir del desarrollo de todas sus fuerzas:  sensibilidad, entendimiento y  sentimiento, fomentando la dignidad individual soberana.
         Schiller no estaría inscrito a ninguna revolución cultural panfletaria. Hemos dicho  que su propuesta no es de fácil digestión, requería esfuerzo y  no es posible exigir a nadie lo que nadie quiere hacer sin convicción, pues atenta contra la propia libertad. Supo que no podía aspirar a una amplia  difusión social  dicha educación individual, como tampoco esperaba que gracias a ello impulsar un gran cambio  en la escabrosa realidad. Su propuesta estaba dirigida a aquellos que  por los momentos  desean que su vida sea algo más que  trabajar, consumir y funcionar  en el engranaje social.  Gracias al arte comprendemos  que la vida puede contenerse entre reducciones y limitaciones y ese era el escenario para la transformación del individuo. Las obras de arte que merecen ese nombre nos dan sentido de límite, de frontera y es  gracias a ello que nos permiten traspasar a una amplitud abierta subjetiva.  El sentido del querer estético nos remite a  obtener  placer de nuestra  fragmentada soberanía personal.
         Schiller nos orienta a una intimidad entusiasta, a buscar nuestra pluriversalidad individual  ante un mundo desmadrado hacia una  realidad ficcional sin límites dentro de la pululación cultural global. Comprender que  la verdadera vida  es la individual, que frenar  el tiempo del mundo  es retener el ser absorbido  nuestro tiempo y libertad personal, he ahí una premisa que nos gusta olvidar.  

martes, 27 de marzo de 2012


La Risa

David De los Reyes




La risa  es una expresión que en nuestro presente viene a entrar dentro de los temas que  la filosofía  le dedica su atención. Autores diversos (Schopenhauer, Nietzsche, Bergson, Freud, Berger, etc), se han adentrado en la realidad del humor, de lo cómico, de la risa como una condición  existencial que nos lleva a procurarnos la capacidad de cierta felicidad, bienestar, confianza con los otros, pero sobre todo de humana comunicación.
Ronald Provine ha sido  uno de los psicólogos que por durante  más de una década se ha dedicado a investigar esta situación y a encontrado que la risa vendría a ser la primera forma  que tenemos de vincularnos con nuestros más cercanos; es un recurso que nos vincula antes que podamos hacer uso del lenguaje hablado. El niño, a unas semanas de nacido, comienza a practicar el rictus de la risa y a los cuatro meses, ya establece que la risa le permite obtener atención, cariño, afecto, alimento, y, principalmente, cercanía con su madre pero también con el resto de los seres que le circundan. Prácticamente llega a reírse alrededor de 300 veces por día, pero con la declinación de esta feliz expresión en la medida que va creciendo, que obtiene el lenguaje, que  acomoda sus gestos y conductas a las exigidas por la familia y por la sociedad,  casi apenas vendrá a reírse de tanto en tanto.
La condición de  percibir  lo gracioso de la vida  por cada uno de nosotros es lo que nos dicta nuestro grado de humor desarrollado. Aprender a reír, captar el humor de las situaciones, el saber cómo  la vida no es tan seria como nos la han hecho entender,  que la vida sin cierto grado de comedia  vendría a ser  una tragedia permanente pero sin dioses en ningún Olimpo.
El reírse de uno mismo es otro  de los requerimientos para acentuar nuestro bienestar. Es la agudeza de comprender nuestros absurdos, nuestros derramamientos de angustia, la estúpida tristeza y la melancolía  que nos lleva a  observar la vida todo en negro, (es bueno saber que la palabra melancolía  quiere decir en griego humor negro).
La risa junto a la gracia  de la vida y el desarrollar el humor, son condiciones que tienen un mejor sabor cuando lo compartimos con los otros. Podemos reírnos solos pero su intensidad es más oportuna cuando la compartimos. La risa es siempre vinculante, viene  a ser un buen engrasador de las relaciones sociales.  Al reír juntos compartimos y expandimos no sólo el momento, sino la emoción interna con quien nos acompaña.
La risa en la antigüedad ha estado presente en algunas personalidades y escuelas filosóficas. Entre los más conocidos está el sonriente Demócrito, que  se decía que siempre permanecía riendo de la absurdidad y de la estupidez humana (que según Einstein vendrá a ser, además del Universo, la segunda condición de la existencia de lo infinito). Pero aparte de este materialista que nos decía que la naturaleza aborrece al vacío, nos encontramos con el Sócrates  platónico del diálogo el Banquete, donde al final confesará que la  vida del hombre tiene tanto de trágico como de cómico, y así nos lo deja ver Platón al escribir el Fedón (diálogo donde nos presenta la tragedia del filósofo sobre el alma y la muerte), seguidamente del burlesco Banquete (en que nos da un gran momento de celebración al amor erótico y filosófico a partir de la escusa de compartir una fiesta para celebrar el premio del personaje  Glaucón, escritor de obras teatrales y  el ganador anual de la ciudad de Atenas por su obra teatral). Pero eso no queda ahí, los cínicos serán  una serie de pensadores que recurren al performance filosófico para mostrar la ignorancia y lo absurdo de las convenciones sociales y lo apartado que vivimos de la naturaleza.  No digamos de los epicúreos, donde la risa compartida forma parte del distanciarse del sufrimiento en nuestras vidas. Pero  con carpa aparte del campo de la filosofía estará el gran comediante  Aristófanes, quien con sus comedias (escribió 48, de las cuales sólo quedan once completas y de las demás solo fragmentos), acosará a los hombres públicos en sus excesos, a los dioses en sus mediocridades, al pueblo  en su ignorancia, dando en sus obras un centro de comunión colectivo,  que buscan, por medio de la risa, acercar un sentido educativo y crítico al alma del ateniense de ese entonces, para comprenderse y comprender dónde había quedado el sentido de sus vidas y  qué se le presentaba  en sus vivencias cotidianas como una fuente permanente de comicidad.
La risa en la filosofía y en la cultura del mundo antiguo viene a ser una expresión importante para que el pueblo obtuviese una dosis de distención ante la seriedad del gobierno, de los actos  oficiales, de los ritos religiosos que más que creer en ellos sólo vienen a ser vividos como una formalidad más de la cultura oficial y la tradición. En los gobierno no hay risa, el rictus de seriedad de sus funcionarios nos da muestra del  grado de fracaso con que siguen ocupando sus cargos. Y ello no sólo en lo político sino en lo religioso (donde el cristianismo, el judaísmo y el mahometismo vendrán a prohibir la risa como una condición  humana por tener la calidad de poner en dudas y en gracia el dogma y la idea de Dios). 
La risa es subversiva y no es del agrado del poder. En el poder  su uso es para la humillación. Estamento en que la risa no es gozosa ni compartida, sino que es un recurso de soberbia y de degradación al dirigirla contra aquellos que no vienen a ser simpáticos  ni sumisos ante el autoritarismo abusivo.
La risa, como decíamos al principio,  no ha sido de mucha atención por parte de la filosofía pero  los filósofos la han utilizada como un recurso y defensa para demostrar los límites de la seriedad de la vida y, como nos lo ha dicho el gran Spinoza, no podemos pensar la felicidad sin  estar acompañada de la  alegría  y, por ende, de la risa. Hoy los filósofos  hacen gala de prestar atención a otros temas humanos que no son menos importantes que los tradicionales y tan complejos como aquellos  del ser y de la existencia.

martes, 6 de marzo de 2012


Cioran, el marginal

David De los Reyes



Emil Michel Cioran es un pensador al que siempre vuelvo. Sus palabras nos muestras el lado aborrecible de la vida, de su podredumbre, de su absurdidad permanente, de la emoción a la que nadie puede escapar, a menos que sea un soberano idiota.  Su concepción de la filosofía es un estar en contra de  toda capilla oficial filosófica. Encuentra que lo más importante  de la filosofía está en comprender,  en practicar la sabiduría desde nuestra individualidad y no desde las proposiciones generales y abstractas, desde las modas filosóficas o de las propuestas teóricas insustanciales, que terminan siendo una mala masturbación mental.
Pensador que nunca ejerció ninguna profesión,  sabe que el conocimiento ha pasado a ser un accesorio. La filosofía despierta en él actitudes prácticas y visiones de mundo; lo que estaría en un primer plano ante ella, es en cómo abordar la vida, es decir, la cuestión de cómo podemos soportar la vida con los demás y a nuestra vida. En este maldecidor profesional con estilo, los grandes problemas de la existencia se centran y terminan en esos dos aspectos señalados: en cómo soportar la vida y cómo soportarse a sí mismo. Dos situaciones de las que el pensamiento, y nuestra pesada corporalidad, nunca pueden evadir, por más que vivamos dentro de la perfección mecánica y virtual del mundo autómata actual.  Las aristas de la existencia son frágiles y sobre ellas elevamos nuestro aliento hacia los días que nos suceden precipitándonos hacia  un final del que no sabemos nada, o sabemos todo, es decir, que es el final. 
La filosofía, como una escuela de saber soportar lo aborrecible que podemos ser o lo insoportables que somos,  es una rama en el río de la existencia rodeado por un mundo en el que no hay misiones difíciles sino pasajeras: todo es y está de tránsito. En una realidad donde las respuestas definitivas dadas por la filosofía de gran altura y de gran alcance masivo son el inicio de la sospecha para el pensamiento. Cioran sabe que el peor sufrimiento que nos ha encomendado el existir es tener que soportarse a sí  mismo, cargar con su propia ruina: elogia la frustración. En levantarse las mañanas y decirse  otro día comenzando, tengo que llegar a su fin, soportar la jornada que me espera, aceptar el trabajo de atravesar las horas saliendo ileso de la  misma ruina humana.  Para este rumano la filosofía no se trata de actuar grandes acciones, o de crear nuevas teorías, sino que la filosofía, desde el reducto de nuestro ser, es intentar soportarse en nuestra completa y precaria finitud.
El pensador tendrá que posar ante sus ojos, casi  de forma permanente,  esos problemas insolubles  e intentar de vivir como los estoicos, bajo los consejos, por ejemplo, de Marco Aurelio o Epicteto, pero sólo a ratos.  Más que preguntarse por la historia, más que pensar en ser sujeto de ese charco de sangre fulminada por la que creemos vivir con un sentido, nos invita a recobrar la facultad de la contemplación de las cosas. El hombre ha olvidado el arte de perder el tiempo inteligentemente.
Se distanció de la filosofía por las largas noches en vigilia que sufrió cuando tenía alrededor de veinte años. Su adoración por la filosofía, por el lenguaje filosófico -que siempre lo perturbó-, era una superstición. La filosofía no pudo ayudarlo a pasar las noches en vigilia, y con ello perdió su fe en ella. 
También nos advierte que la filosofía nos lleva a hincharnos de orgullo, dándonos una idea falsa de nosotros mismos. Al leer a Kant, a Schopenhauer y otros pensadores sentía la sensación de ser un dios, lo cual tenía algo de monstruoso. No es raro que afirme que la filosofía engendra un desprecio total hacia quienes están fuera de ella, por eso es peligrosa en ese sentido. Hay que conocerla para superarla. Lo que cuenta ante todo es el contacto directo con la vida. 
Los griegos son a los únicos que observa  como verdaderos filósofos.   Es un gran admirador de Diógenes  y de los cínicos, de Epicuro en la simplicidad de su jardín, del ejercicio de permanente búsqueda y ascetismo del caminante y guerrero Sócrates.  Encuentra en ellos una vida que comprende una unidad en conjunto, la cual desapareció en la posteridad. Y nos habla que parte de esa pérdida de realizar una vida para y por la filosofía  se debe a la profesionalización de  ella, de reducirla a los ámbitos de la universidad. La universidad liquidó la filosofía. No totalmente, tal vez, pero casi…,  nos afirman sus palabras. Encuentra que la filosofía no tiene un objeto de estudio y lo peor es hacer de ella misma su propio objeto. La filosofía debe ser algo personal y permanentemente vivido por aquel que se acerca a ella. Es un volver a las expectativas socráticas de hacer filosofía en la calle, imbricar la filosofía con la vida. Cioran se consideraba un filósofo de la calle, tomando la mayor distancia ante toda filosofía oficial, de capilla, de carrera, de tendencias, de modas. Su aptitud como pensador fue rebelarse ante ese pasticho generalista de jerga abstracta y  mezcolanza intelectual. Se  consideró un pensador privado, en el sentido literal del término. Alejado de todo tono serio y del pensamiento impersonal;  advierte a todo profesor de filosofía que se nos paga para ser impersonales. Terminamos siendo gente que  hablamos de ontología,  de la problemática de la totalidad, etc.
Un pensador tiene que elevar su voz de forma independiente, sin una doctrina con qué identificarse, sino de un pensamiento a expresar en conflicto y en diálogo. Pensar desde sí para sí;  practicar el desapego a lo tribal, no depender de nadie ni nadie de mí. Hacer nuestro ejercicio filosófico desde los planos de parquedad y ascesis no comprometida con credos multitudinarios.
Cioran fue un hombre que siempre se mantuvo al margen de la sociedad. Un ser marginal, que no actuó como los demás, y su vida fue el intento de comprender algo de verdad, como lo fueron los filósofos de la antigüedad, cosa que no interesa para el tren del progreso humano.

lunes, 6 de febrero de 2012


2012: fin de mundo
David De los Reyes


Este año se nos presenta complicado. Los seguidores de  fetichismos proféticos nos hablan del fin de la tierra para el 21 de diciembre del 2012 gracias al calendario maya; en mi país, Venezuela, nos entramos en un proceso electoral que ya tiene, y no proféticamente,  el nombre del ganador, gracias a los indígenas del gobierno y de la llamada oposición.  Entre estas dos opiniones nos vamos a ver entregados nuestros actos de habla a lo largo de este año, que será determinante para unos y conclusivos para otros. Lleno de catástrofes  climáticas y cambios  críticos en las economías de los llamados países avanzados y no tan avanzados (¿retrasados?), que apuestan a seguir manteniendo su esquema de vida consumista, derrochista y poner mordazas por doquier; todo ello lleva a que surjan en el mundo reflexiones que adviertan la necesidad de un cambio mental-espiritual que debería comenzar con una propuesta de perspectiva ecológica educativa, económica y política, de una reducción de gastos superfluos (léase militares!!!), unos usos democráticos y más elevados de información pertinente de los medios de comunicación, además de una apertura de libertad de expresión de todas las minorías y, por último, la más inminente, de una reducción de la población mundial (sobre todo comenzando por todos los países del tercer mundo, incluyendo  la imperialista China y la espiritualista e informática India).
Lo que nos deja todas estas secuelas fetichistas y proféticas de  opiniones generalizadas por los medios, y retrasmitidos como virus de una matrix mundial, es la permanente incapacidad del hombre de afrontar de forma responsable y ética su vida.  Los males o los bienes vendrán de unas predicciones que surgen del sabio mundo chamánico matemático maya,  inscrito en los símbolos milenarios,   gracias a un calendario que tiene la peculiaridad de pronosticar  distintos fenómenos astronómicos, pero sobre todo la alineación del centro de la Vía Láctea con el Sol, situación que ocurre cada 26.000 años. Nos encontramos en el último ciclo de dicho calendario (el quinto), que debe terminar en esa fecha señalada. Si eso ocurre, como la disminución de los campos magnéticos de la tierra,  el desarrollo de una mayor penetración de todo tipo de rayos lumínicos y energéticos sobre la tierra debido a la debilidad de dichos campos magnéticos, causarán grandes cambios en la humanidad. Dicen la humanidad, pero no se plantean para nada el resto de las especies animales. Los muy holísticos chamanes de la Nueva Era siempre hablan  sin salir del reducido onfalos humano, de convertir siempre al hombre en el centro de cualquier acontecimiento: puro antropocentrismo del peor. El hombre, cuantas veces habrá que repetirlo,  es sólo una especie más, para nosotros, quizás por pertenecer a ella, la más importante, pero no es la única sino una más. Aunque para estos chamanes informáticos entraremos en una era de telepatía generalizada. Lo cual  presentará una realidad en la que no podremos ocultar nuestros pensamientos a los otros y, por tanto, tendremos que cuidarnos de qué pensamos porque el vecino sabrá hasta cuando iremos  a estornudar, por decir lo menos…
Si esto es así entonces ya sabemos que telepáticamente se dirigirán campañas políticas en todas las pseudo democracias de Latinoamérica y quién será su ganador finalmente. Quizás ahora tendremos que pasar de convivir en  un mundo dividido y fragmentado, en uno sólo unidimensional y los tiranos políticos mediáticos se conviertan en los nuevos dioses colectivos que profetizarán no el fin de los tiempos sino el nuevo edén por venir, el cual tiene sabor  a totalitarismos, mediocridad,  incapacidad para solucionar problemas, más contaminación, gasolina regalada, econocracia socialista (o liberal!), comida podrida, carencia de distribución de productos,  hacinamiento, pérdida de la propiedad individual, entrada a la revolución que no sabemos que mejoras ha provisto y realizado desde sus inicios y nada, lo más importantes para los tiranosaurus rex de la política: seguir chupando la cola del poder y de los presupuestos nacionales dirigidos por incapaces armados que apuestan a la inmediata ganancia grupal y no a  la creación de las condiciones para la perpetuación de las generaciones  futuras, no sólo nacionales sino esto a escala mundial.
Como es el anuncio del fin de los tiempos quizás debamos apostar por que suceda. La especie humana dejaría de atormentar a las demás especias, al conjunto de la tierra y, en especial, al resto de los mismos miembros humanos, y su mundo simbólico de absurdos y sufridos condimentos religiosos y de egocentrismos  divinos se acabarían.  La naturaleza volvería a respirar.
Que venga el 21 de diciembre. Que pase el 2012, lo digo ya. Quiero ver el 2013, el cual también será un año catastrófico, por terminar en otro número de superstición colectiva: 13. En fin, a medida que veo más al hombre más me gusta convivir con mi pointer Hanna: y recordar que el silencio es de sabios, aún debo aprender!.

lunes, 23 de enero de 2012


Recordando a Marshall McLuhan


David De los Reyes





En el mes de diciembre se cumplió el primer centenario de uno de los aventajados intelectuales canadienses  más importante del pasado siglo, me refiero a Marshal Mcluhan, el gran explorador de los medios de comunicación, quien  los interpreto como una prolongación  de los sentidos y miembros del cuerpo humano.  La frase el medio es el masaje,  vino a ser su carta de presentación. Los medios, independiente de los contenidos que se transmitan a través de ellos, están permanentemente masajeándonos, pensamos que usamos los medios pero terminamos siendo un apéndice de ellos, al ser afectados, modificados tanto en nuestra  percepción del mundo como  del uso de los hemisferios del cerebro.
Nos refirió que lo primero que se le ocurre  a las personas cuando están ante un nuevo medio  introducido socialmente  es en cómo estaremos atrapados a través de sus contenidos o por la información que transmite.  Para la mayoría lo importante son el tipo de noticias, de programas, de  las distintas aplicaciones que  puede tener un portal de redes sociales (Twitter, Facebook, etc), emitidos por los diferentes medios que  poseemos  hoy.  Desaparece del horizonte la tecnología del medio tras el ruido  que emite el contenido, de la atención que  el contenido nos exige: datos, entretenimiento, educación, política, conversación, chateo, imágenes, video, etc. Cuando hablamos de medios buenos o malos por lo general se está refiriendo a esta situación, a la transmisión del contenido y nunca se refiere a los cambios individuales (corporales, perceptuales) y sociales (relaciones, organización, etc.) que implican  el uso de determinada tecnología. Para  Mcluhan, a largo plazo, observó que lo que más importa no es el contenido sino  el medio en sí mismo a la hora de influir sobre nuestros actos y pensamientos, formas de sentir y de comunicar. Todo medio masivo (por ej. Internet hoy en día), moldea lo que vemos y cómo lo vemos, y su uso reiterativo nos termina cambiando como individuo y sociedad.  Este canadiense explorador de medios  afirmó que  los efectos  de la tecnología  no se dan a nivel  de las   opiniones o de los conceptos, es decir, de nuestra ideología (que fue lo que la mayoría de los comunicólogos se abocaron a atacar, sobre todo en la décadas pasadas, tanto en Latinoamérica como en Europa), sino que  el uso de la tecnología altera  los patrones de percepción continuamente y sin resistencia. Los medios de comunicación proyectan sus virtudes o sus maldades  no solo en  nuestros actos de habla, sino que afectan el centro de nuestro sistema nervioso. Por lo general siempre se termina diciendo que lo que importa de la tecnología   es  usarla como una herramienta inerte, que nos beneficia, y en lo que se debe estar pendientes y en permanente fiscalización son los contenidos y la programación (como los funcionarios de los Ministerios de Comunicación de muchos países desarrollados y  no tanto. Proponen permanentemente leyes para limitar el uso de los medios y de la libertad de expresión, creando una sociedad de ciegos, sordos y mudos, ideal para el nuevo totalitarismo de estado postmoderno); lo importante, pareciera ser, no es lo que nos ocurre con sus usos, con nuestros hábitos mediáticos, a  nuestra consciencia o mente por el masaje reiterativo de los medios.
Un ejemplo de ello fue la opinión que tuvo McLuhan al escuchar al magnate David Sarnoff, dueño de la RCA y de la NBC de Norteamérica en la Universidad de Notre Dame en 1955.  El magnate recibió muchas críticas sobre cómo usaba los medios de masas para ampliar su riqueza patrimonial. Retiró toda culpa sobre los efectos s secundarios  de las tecnologías y se los adjudicó  a los usuarios de los medios, a los oyentes y televidentes. Sus palabras fueron: Somos muy propensos  a convertir los instrumentos tecnológicos en chivos expiatorios por los pecados de aquellos que los cometen. Los productos de la ciencia moderna no son en sí ni buenos ni malos, el modo en que se usan es el que determina su valor. Tal pronunciamiento fue motivo de burla  del explorador McLuhan (2009:31); para él, este magnate representaba lo que llamó la voz del sonambulismo actual. Como dijimos antes, cada medio nos cambia, nos modifica. Sus palabras fueron: nuestra respuesta convencional a todos los medios, es especial la idea de que lo que cuenta es cómo se los usa, es la postura adormecida del idiota tecnológico. Y el contenido  de un  medio  es sólo el trozo de carne que lleva el ladrón para distraer al perro guardián de la mente.

Bibliografía:
McLuhan, M. 2009: Para  comprender los medios: las extensiones del ser humano. Paidos. Barcelona.

lunes, 9 de enero de 2012

Del Delta del Orinoco y sus peligros

David De los Reyes

Fotografía de Roberto Mata




 Estos días he viajado por uno de los territorios venezolanos menos conocidos a nivel nacional. Este territorio es  el fin del largo trayecto del río Orinoco. El Delta Amacuro, cuya capital es Tucupita, es un espacio geográfico fluvial, que teje y corta  terrenos inmensos que  están separados del continente por la fuerza indetenible de agua, que lleva  y arrastra una gran cantidad de minerales, organismos y especies animales. El Delta aparenta estar deshabitado pero ocurre todo lo contrario. Está habitado desde hace varios miles de años por los nativos Waraos, los cuales han sabido permanecer con el transcurrir del tiempo   por dichos parajes;  conviviendo  con un habitat vegetal y fluvial, principalmente, y  cohabitan en una tierra que les da la Palma Moriche, especie vegetal abundante en la zona, y de donde han tomando, hasta ahora, su sustento, sus tejidos, sus materiales para el transporte y para sus viviendas.
Ir al Delta es ir a ver grandes canales de agua y vegetación. Los canales o caños que constituyen ese territorio están acompañados de una pared vegetal permanente en su recorrido. Casi impenetrable, casi misterioso, casi permanente.  Y es  casi permanente por todos los peligros que le han estado rodeando desde hace varias décadas, y  en el presente con una mayor avidez de obtención de recursos y beneficios por vía exprés, es decir, sin cumplir con ningún cuido de la vida física y cultural de sus habitantes y del frágil habitat ecológico.
El Delta es un territorio que  ofrece muchas opciones de desarrollo y trabajo. He visto haciendas de ganado, los conucos indígenas,  plantaciones  de yuca, de palmito. Pero sobretodo  he observado que es un territorio que pudiera convertirse en un importante productor de cacao, cultivo que  siempre ha estado presente en ese estado pero que en la actualidad pudiera ser desarrollado de manera extensiva por todo lo que cubre la mano fluvial del Delta: por el  tipo de clima, abundancia de humedad, agua y vegetación de sombra,  que son, entre otros (junto  a una cultura humana agrícola requerida a propagar), elementos apropiados para ese cultivo. Los espacios  y comunidades que se aprecian para ello  están en torno a su capital, Tucupita, pero bajo una buena orientación se pudiera extender a un mayor número de la población indígena y convertirse en eje  y defensa de un habitat  en perpetuo peligro por la consabida avidez de los minerales que  se encuentran en  su subsuelo.
Interés por la explotación petrolera  siempre  se ha visto.  El petróleo  vendría a ser un movilizador económico muy fuerte  ante cualquier otro tipo de planteamiento productivo para la zona. Es seguramente la apuesta que tienen muchos funcionarios del gobierno actual. También  la vía más expedita para el quiebre  del frágil entorno ecológico que circunda a esos yacimientos: naturales y humanos.  La riqueza de este territorio fluvial está en el arrastre y la descarga de todo el material orgánico mineral que conduce al océano Atlántico, el cual viene a alimentar a los bancos de peces de toda esa zona territorial marítima, que también alimenta a buena parte de la población de esta nación.  Hasta ahora, podemos decir, el impacto ambiental ha sido mínimo.  Todavía se pueden ver toninas en sus canales y observar  una salvaje población animal autóctona (la variedad de aves es espectacular).  Sin por ello decir lo mismo respecto al factor humano regional. Sus nativos se han visto acosados y separados de sus territorios naturales, llevando a perder una buena parte de su originalidad cultural, que ha dado vida a la condición de este hombre fluvial autóctono.  La introducción del alcohol ha hecho destrozos y la necesidad de entrar en relación comercial con la civilización los ha llevado a degradarse  constantemente.
El Delta del Orinoco es un espacio de vida. Un reducto hasta ahora intocado en  espacio geográfico por la modernidad y sus conocidos y descontrolados procesos de producción destructiva.  Los nativos lo han guardado por miles de años. Y como dijimos, esos hombres silvestres son los que han recibido una influencia nefasta de la estandarización  de las políticas culturales de inserción, dirigidas por el Estado venezolano y agentes externos.   Se han propuesto, ahora junto con acuerdos conocidos con China,  desarrollar cultivos de arroz, lo cual no es uno de los más ecológicos. La necesidad de crear acciones políticas  para justificar los presupuestos de instituciones  agrícolas gubernamentales  vienen a proponer planes sin realizar  verdaderos estudios de impacto en el ambiente. Pero ¿qué es eso para un país que existe sólo para destruir? Pronto veremos  el destrozo  ambiental del Delta en su apogeo. Comenzarán con el arroz y luego seguirá la explotación del petróleo, el estiércol del diablo, como fue llamado por el preclaro y lúcido venezolano  Juan Pablo Pérez Alfonso, fundador de la OPEP en los años 60 del siglo pasado.
El Delta, y sus nativos, están en peligro.  Y  el peligro fluye a través de sus canales fluviales llenos de riquezas  ecológicas; fluye en ellos el peligro del desarrollo desbordado, incontrolado, inconsciente, impuesto desde ciertos personeros del gobierno, habidos de riquezas sin  detenerse ante el destrozo que causa esa ceguera innatural.   Pero como se dijo, estas son regiones (países) para destruir, hay que viajar de vacaciones al mundo desarrollado para disfrutar verdaderamente del mundo controlado y a salvo.