lunes, 23 de enero de 2012


Recordando a Marshall McLuhan


David De los Reyes





En el mes de diciembre se cumplió el primer centenario de uno de los aventajados intelectuales canadienses  más importante del pasado siglo, me refiero a Marshal Mcluhan, el gran explorador de los medios de comunicación, quien  los interpreto como una prolongación  de los sentidos y miembros del cuerpo humano.  La frase el medio es el masaje,  vino a ser su carta de presentación. Los medios, independiente de los contenidos que se transmitan a través de ellos, están permanentemente masajeándonos, pensamos que usamos los medios pero terminamos siendo un apéndice de ellos, al ser afectados, modificados tanto en nuestra  percepción del mundo como  del uso de los hemisferios del cerebro.
Nos refirió que lo primero que se le ocurre  a las personas cuando están ante un nuevo medio  introducido socialmente  es en cómo estaremos atrapados a través de sus contenidos o por la información que transmite.  Para la mayoría lo importante son el tipo de noticias, de programas, de  las distintas aplicaciones que  puede tener un portal de redes sociales (Twitter, Facebook, etc), emitidos por los diferentes medios que  poseemos  hoy.  Desaparece del horizonte la tecnología del medio tras el ruido  que emite el contenido, de la atención que  el contenido nos exige: datos, entretenimiento, educación, política, conversación, chateo, imágenes, video, etc. Cuando hablamos de medios buenos o malos por lo general se está refiriendo a esta situación, a la transmisión del contenido y nunca se refiere a los cambios individuales (corporales, perceptuales) y sociales (relaciones, organización, etc.) que implican  el uso de determinada tecnología. Para  Mcluhan, a largo plazo, observó que lo que más importa no es el contenido sino  el medio en sí mismo a la hora de influir sobre nuestros actos y pensamientos, formas de sentir y de comunicar. Todo medio masivo (por ej. Internet hoy en día), moldea lo que vemos y cómo lo vemos, y su uso reiterativo nos termina cambiando como individuo y sociedad.  Este canadiense explorador de medios  afirmó que  los efectos  de la tecnología  no se dan a nivel  de las   opiniones o de los conceptos, es decir, de nuestra ideología (que fue lo que la mayoría de los comunicólogos se abocaron a atacar, sobre todo en la décadas pasadas, tanto en Latinoamérica como en Europa), sino que  el uso de la tecnología altera  los patrones de percepción continuamente y sin resistencia. Los medios de comunicación proyectan sus virtudes o sus maldades  no solo en  nuestros actos de habla, sino que afectan el centro de nuestro sistema nervioso. Por lo general siempre se termina diciendo que lo que importa de la tecnología   es  usarla como una herramienta inerte, que nos beneficia, y en lo que se debe estar pendientes y en permanente fiscalización son los contenidos y la programación (como los funcionarios de los Ministerios de Comunicación de muchos países desarrollados y  no tanto. Proponen permanentemente leyes para limitar el uso de los medios y de la libertad de expresión, creando una sociedad de ciegos, sordos y mudos, ideal para el nuevo totalitarismo de estado postmoderno); lo importante, pareciera ser, no es lo que nos ocurre con sus usos, con nuestros hábitos mediáticos, a  nuestra consciencia o mente por el masaje reiterativo de los medios.
Un ejemplo de ello fue la opinión que tuvo McLuhan al escuchar al magnate David Sarnoff, dueño de la RCA y de la NBC de Norteamérica en la Universidad de Notre Dame en 1955.  El magnate recibió muchas críticas sobre cómo usaba los medios de masas para ampliar su riqueza patrimonial. Retiró toda culpa sobre los efectos s secundarios  de las tecnologías y se los adjudicó  a los usuarios de los medios, a los oyentes y televidentes. Sus palabras fueron: Somos muy propensos  a convertir los instrumentos tecnológicos en chivos expiatorios por los pecados de aquellos que los cometen. Los productos de la ciencia moderna no son en sí ni buenos ni malos, el modo en que se usan es el que determina su valor. Tal pronunciamiento fue motivo de burla  del explorador McLuhan (2009:31); para él, este magnate representaba lo que llamó la voz del sonambulismo actual. Como dijimos antes, cada medio nos cambia, nos modifica. Sus palabras fueron: nuestra respuesta convencional a todos los medios, es especial la idea de que lo que cuenta es cómo se los usa, es la postura adormecida del idiota tecnológico. Y el contenido  de un  medio  es sólo el trozo de carne que lleva el ladrón para distraer al perro guardián de la mente.

Bibliografía:
McLuhan, M. 2009: Para  comprender los medios: las extensiones del ser humano. Paidos. Barcelona.

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