viernes, 5 de marzo de 2021

 Música y progreso:

viviendo en la era sin alma


David De los Reyes




Karl WolfskehlAlfred Schuler, Ludwig Klages, Stefan George y Albert Verwey (alrededor de 1900).
Foto: Wikipedia

Ludwig Klages (1872-1956), este pensador alemán mantuvo una concepción metafísica que defendía la primacía del alma sobre el espíritu, concepciones propias de la filosofía del siglo XIX. Para él implicaba que los valores de la vida emocional humana: sentimientos y afectos, mitos y expresiones sagradas y artísticas, estaban por encima de los valores elaborados por el espíritu, los cuales remiten a conceptos, ideas, teorías científicas y valores objetivos. Podemos estar o no de acuerdo con su crítica mirada personal a su tiempo. Pero queremos traer a colación una párrafo referido a la música y los efectos del progreso sin límites y sin planteamientos éticos ante su avance sobre el todo (para ese siglo referido antes) dentro de la sociedad moderna eurocéntrica.
No menos interesante su visión radical acerca de los condicionamientos en la sociedad que ejerció la música antes y después de esta estela sonora abierta a la experimentación y reproducción técnica desarrollada, pero que por otra cara abre una pobreza no menos preocupante: la que ha lastrado la condición de la creatividad y socialización colectiva e individual musical por el tren civilizatorio del llamado progreso moderno, cada día más presente y más asfixiante sobre el globo terráqueo.
ESTAMOS VIVIENDO LA ERA DE LA CAÍDA DEL ALMA
"¿Dónde encontramos ahora la canción popular, ese tesoro siempre renovado de la melodía, que cubre con su tejido plateado el envejecimiento y la desaparición del hombre plateado? Fiesta de bodas y estela solemne, venganza, guerra y destrucción, embriaguez y pasión por los viajes, el sentimiento de un niño y el deleite de una madre, todas estas cosas respiran y transmiten canciones inagotables, que rápidamente pueden provocar una acción feroz, o acuna rápidamente a otro en el sueño del olvido. Hubo una vez poemas y canciones compuestas para el baile, para la copa desbordante, para despedida y para el regreso a casa, para la consagración y el encantamiento mágico, para el atardecer que cae en la sala de hilado; antes de la batalla, y en el féretro de los muertos, uno fue conmovido por cantos de desprecio, por himnos marciales de una poesía oscura y brillante que mezcla montaña, primavera y arbusto, los animales de la casa, caza y planta, la fuerza. Del viento y del torrente de lluvia. Incluso se consideró que el trabajo era una especie de festival, un sentimiento que desde hace mucho tiempo era inconcebible para nosotros. La canción no estaba reservada únicamente para el errar y el jolgorio; la canción acompañó el alzamiento del ancla, el ritmo del golpe de remo, el desplazamiento de la carga pesada, el remolque de la nave, la estiba de los barriles, el martilleo del herrero y el remo de los remeros; había una canción para cortar, trillar y moler el maíz, y para recoger, trenzar y tejer el lino. No solo el "progreso" ha hecho de la vida gris, sino que también ha silenciado la voz de la vida. Pero no, olvidamos que después de la melodía primordial de las baladas populares se encuentran la opereta y las modestas melodías del cabaret; Después de los instrumentos musicales legendarios como la guitarra española, la mandolina italiana, la kantela finlandesa, el gusli de los eslavos del sur y la balalaika rusa, llegan el piano y el tocadiscos. ¡Ahí tenemos los frutos del "progreso"! Como una conflagración que todo lo devora, el "progreso" recorre la tierra, y el lugar que ha caído a sus llamas, florecerá nunca más, siempre y cuando el hombre aún sobreviva. Las especies animales y vegetales no pueden renovarse, el calor nativo del corazón del hombre se ha ido, los manantiales interiores que una vez alimentaron las florecientes canciones y los festivales sagrados están bloqueados, y solo queda un día de trabajo frío y miserable y el hueco espectáculo de ruidoso "entretenimiento." No puede haber duda: estamos viviendo en la era de la caída del alma."
Tomado de su ensayo "El hombre y la tierra".
El texto completo se encuentra en el blog Filosofía Clínica: https://filosofiaclinicaucv.blogspot.com/.../el-hombre-y...

 Max Sebald, y el profesor de música de su escuela:

"un pájaro de paso" (Wandervögel)

David De los Reyes


Mas Sebald

Leyendo "Los Emigrados" de Max Sebald (1944-2001), escritor alemán de la memoria, de la historia, de la vida interior, de la tragedia humana, y de muchos temas más, me encontré una cita sobre las clases de música que recibía por los años 50 del siglo pasado en la escuela de su pueblo natal en un relato biográfico que hace de su profesor de primaria, Paul Bereyter, quien al final de su vida se suicida echándose a los rieles del tren.
Me llamó la atención en él de la pasión por la música que transmitió este maestro de escuela al escritor y a los compañeros de escuela. Lo transcribo aquí, bien para mi relectura o para su lectura por el anónimo lector que pasa por las líneas de este muro virtual personal. Ahí lo dejo:
"Por lo demás, tanto Paul como nosotros (...), disfrutábamos a todas luces con las excursiones a los alrededores. Con su anorak o en mangas de camisa, Paul caminaba delante de nosotros, la cabeza un poco inclinada hacia arriba y dando esos pasos largos y elásticos tan característicos de él, y parecía —como no me había percatado hasta ahora, retrospectivamente— personificar el movimiento alemán de los Wandervögel[1], que tuvo que haberlo marcado en su juventud. Paul tenía por costumbre silbar sin parar mientras caminaba a campo traviesa. La verdad es que sabía hacerlo como muy pocos; el tono que producía era maravillosamente lleno, igual que el de una flauta, y hasta sabía enlazar con aparente facilidad, incluso marchando cuesta arriba, las escalas y ligaduras más largas, y no simplemente cualquier cosa, sino bellos pasajes musicales y melodías compuestas a conciencia, que ninguno de nosotros había oído antes, y cada vez que años más tarde las he redescubierto en una ópera de Bellini o en una sonata de Brahms, me ha dado un vuelco el corazón. Cuando hacíamos un alto en algún lugar, Paul tocaba con su clarinete, que siempre llevaba consigo envuelto en una vieja media de algodón, las más diversas piezas del repertorio clásico, que yo entonces desconocía totalmente, y sobre todo de los movimientos lentos. Aparte de estas lecciones de música, en las que nosotros nos limitábamos a hacer de auditorio, por lo menos cada dos semanas aprendíamos una canción, entre las que igualmente primaban las melancólicas sobre las alegres. Zu Strassburg auf der Schanz, da fing mein Trauern an, Auf den Bergen die Burgen, Im Krug zum grünen Kranze y Wir gleiten hinunter das Ufer entlang eran los títulos de algunas de estas canciones que aprendíamos. Pero no fui consciente de la verdadera importancia que tenía la música para Paul hasta que una vez el hijo del organista Brandeis, un joven dotado de un gran talento y que ya iba al conservatorio, vino a la clase de música, supongo que a petición de Paul, y dio un concierto de violín ante todos aquellos niños aldeanos que éramos nosotros casi sin excepción. Paul, que como siempre estaba de pie en su sitio junto a la ventana, fue incapaz de ocultar la emoción que le transmitía la actuación del joven Brandeis, hasta tal punto que tuvo que quitarse las gafas porque se le saltaban las lágrimas. En mis recuerdos veo incluso a Paul volviéndose para disimular un sollozo irreprimible. Pero no sólo la música suscitaba en Paul semejantes arrebatos; antes bien, podía suceder en cualquier momento, en medio de la lección, durante el recreo o cuando estábamos de excursión, que permaneciera sentado o de pie en algún lugar, ausente y apartado, como si en realidad fuera —él que siempre parecía de buen humor y de naturaleza alegre— el desconsuelo en persona."
(1) El movimiento juvenil popular alemán Wandervögel tuvo su inicio en 1896 hasta 1933. Fue una protesta contra la industrialización y su acción se basó en ir a caminar por el país y comulgar con la naturaleza en el bosque. Según los historiadores, una contribución importante del Wandervögel fue también el renacimiento de las canciones populares en la sociedad alemana en general. Por otra parte el nombre de este movimiento juvenil refiere a un pájaro mágico, libre y sin peso, que puede traducirse como un "pájaro de paso", o como un "pájaro errante",—ligeramente diferente en significado del Zugvögel ("ave migratoria").
W. G. Sebald (1944-2001):Los Emigrados

Democracia y el sentido de nuestros actos

David De los Reyes



Jeroglífico Vegetal. Redes Sociales Vegetales. DDLR2021


 ¿Qué hacer en tiempos de incertidumbre y confusión dirigida en función de la asfixia por la ganancia amoral, la opresión omniabarcante de lo político y del parasitismo de estado?

Dar sentido a la democracia a partir de nuestros actos.
Para evitar, en el interior de cada espacio dominante, la dimisión del hombre ante el objeto, la única respuesta convincente es personal, y escapa a los decretos de la política. Corresponde a cada uno privilegiar el derecho a la dignidad más que el de ser el más fuerte, conseguir que la creación tenga prelación sobre el espectáculo, la duración sobre lo efímero, la diversidad sobre la unidad, el uso del tiempo sobre el almacenamiento de las cosas. La creación es el único sustituto razonable de la violencia y del amontonamiento de los objetos del hiperconsumo estéril y destructivo. No es una actividad «de élite», sino una apuesta a la potencialidad de cada uno. Su promoción pasa por una nueva educación desde nuestra intimidad personal y vínculo social: desarrollo del saber de los hombres, y no solamente de y "para" las máquinas; de aprender a interpretar y tocar en instrumentos de música, más que de discos y grabaciones online; de cámaras fotográficas más que adicción a la pantalla; de medios de elegir nuestro estado cultural y ético más que de objetos que sirvan para conformarse a las normas. En conjunto se busca el fin de que cada uno de nosotros no se limite a desear ser espectador, sino que contribuya a dar un sentido estético y creativo a la democracia mediante el ejercicio de su libertad, que aspire a hacer de su vida una obra de arte.

 RISAS Y DERECHOS HUMANOS

David De los Reyes



Angelus Novus, Paul Klee, 1920. Museo de Israel

Viendo las imágenes en estos días pasados de las sonrisas plácidas de los garantes de los Derechos IN-humanos en la ONU, podemos reconocer la permanente y enconada indiferencia, y su aceptación a la par por esta institución hipócrita, al destrozo, la humillación y el abandono indetenible ante los habitantes del nuevo campo de concentración caribeño que es ahora el chatarrero país boliburgués del "mar de la felicidad". El cual desarrollará, en palabras de su dictador, "una economía de resistencia", vendiendo su chatarra a los mercados del mundo... con tal situación declarada sólo notamos que se reafirma en estos regímenes fallidos anclados en el porvenir actual la metáfora del Ángel de la Historia (Angelus Novus) que acuñó Walter Benjamin. Este pensador escribió que, con sus ojos muy abiertos, ve «una sola catástrofe, que incesantemente acumula escombros sobre escombros y los arroja a sus pies. El ángel quisiera quedarse, despertar a los muertos y unir lo destrozado. Pero desde el Paraíso sopla una tormenta que se ha enredado en sus alas con tanta fuerza que el ángel no puede cerrarlas ya. Esa tormenta lo empuja incesantemente hacia el futuro, al que da la espalda, mientras el montón de escombros que tiene delante crece hasta el cielo. Esa tormenta es lo que llamamos progreso»....socialista siglo XXI...le agrego yo.
En: BENJAMIN, WALTER (1986). Reflections: Essays, Aphorisms, Autobiographical Writings. Schocken.