martes, 2 de abril de 2013

De los medios electrónicos (o eléctricos) y de nuestro interés por la humanidad
David De los Reyes



La importancia social de los medios electrónicos  viene dada por la implicación  profunda  e inmediata de nuestra atención  corporal y psíquica ante ellos. Pareciera extender una malla sobre todos; pareciera que sintiéramos que no hay separación de intereses y ni de las facultades sensoriales vinculada con el resto de los mortales. La electrónica une en simultaneidad nuestra percepción individual a una gran masa perceptual colectiva  que  es latigada de manera permanente y unívoca por su hechizo. La electrónica, desde sus principios, ha hecho que nos interesemos por la humanidad y no por el vecino.; pero una humanidad que viene  por el cable, por el circuito, por la parabólica;  un sentimiento que ha sido  aferrado a la silla por la excreción permanente de la onda continua que explota ante nuestro cuerpo, nuestros ojos, nuestra piel como un relámpago de eventos y sucesos trasportados desde otro mundo.
Lo electrónica ha otorga, por otra parte, y a través de los medios que han derivado por ello, de una potente voz a los que sufren, a los débiles, siempre están en "primera plana"; se ha dejado de lado a los especialistas y a los burócratas; quedan relegados todos los manuales de instrucciones, como el papel impreso, queremos ser afectador por las ondas de un  televisor, un radio, una pantalla, una celular, un pc.
Con los M.E. se inicia, como ya anunciamos, la época del interés por la humanidad. ¿Por qué? Ello gracias a la inmediatez de la participación  nuestra en lo ajeno, debido a la permanente lluvia de informaciones instantáneas que nos mojan de forma constante por su sustancial vínculo lumínico. Pero ocurre  que tal instantaneidad nos lleva a que seamos reactivos, a que reaccionemos, a que nos exaltemos de forma permanente e instantánea; nos volvemos no espontáneos, como se pudiera pensar, sino seres instantáneos. Así, de forma instantánea expresamos o mostramos compasión o irá, afecto u odio, pues  se nos a amaestrado a que reaccionemos ante la humanidad   gracias a   que compartimos  con  todos debido a que todo medio electrónico viene a ser una  extensión de nuestro sistema nervioso central. Lo eléctrico, como lo ha advertido McLuhan, es una extensión de nuestro cerebro, de nuestro sistema nervioso y  ello nos lleva a que para todo tengamos una respuesta emocional inmediata más que una reacción comedida. De una reacción comedia, propia del racional/lineal homo typographicus, pasamos a la reacción del comediante  del homo  ciberneticus,  pues reaccionamos por  el efecto de una conexión  que a la vez es una representación; nuestra reacción termina siendo una gesticulación cónsona y provocada ante el gran teatro electrónico del mundo virtual pre-y-re-presentado, de forma constante y en simultaneidad  para un gran público, por los medios( no sólo electrónicos sino también hoy los mecánicos, que cada vez son menos).  Somos comediantes electrónicos; representamos un papel; como ha dicho el autor aludido: terminanmos siendo lo que contemplamos de forma constante.  Siempre actuamos en función del papel  (información), que nos dan a cada momento para  actuar.
Este interés por lo humano comenzó en occidente, como  nos lo dijo el canadiense McLuhan en su texto Understanding media, gracias al telégrafo, pues la prensa,  medio  anterior a aquel, tiene un carácter nacionalista, localista, lineal y de tanto en tanto, presentaba, en el siglo XIX, alguna opinión sobre un acontecer  magno mundial. Pero con la electricidad eso cambio.  El mundo está a nuestro pies, por así  decirlo, está conectado permanente ahora a nuestro sistema nervioso;  y en el presente, en todo momento, estamos vibrando con  lo que acontece   a la humanidad; sabemos más de la humanidad que de la humanidad que somos.
Según  McLuhan esta situación creó rechazo en las mentes  letradas y sofisticadas.  Estos exigen por su condicionamiento una continuidad  de lo visual  y del punto de vista fijo, lo que hace que esta participación inmediata de la sensibilidad metálica conectiva eléctrica  resulte desagradable e incómoda.  Esta sensibilidad tipográfica imponía límites a este estadio de la condición cultural digital; tal sensibilidad se encuentra mutilada por su propia educación, estudios y labores, son víctimas de los medios visuales impresos: la letra ni con sangre ahora entra...; se siente a disgusto con tal inmediatez digital iconográfica. Ello pueda que fuese así  en las décadas  en que comenzaban a emerger  los medios electrónicos, pero hoy en día   todos, hasta los "letrados", estamos habituados a traspasar de una pecera  electrónica electrónica a  cualquier otra de manera casi natural; de una pantalla del celular a un libro electrónico presentado en una tableta, o ver las dos simultáneamente, por ejemplo.  Funciona, de esta forma,  nuestra domesticación  de animales formados por el discurso visual impreso pero barnizados, en todo momento cotidiano, con el discurso mediático  icónico  electrónico.
El interés por la humanidad, dentro de lo que hoy llaman los teóricos la cultura-mundo, amplió nuestra zona de atención y el mundo ganó nuevas áreas de inversión y creación. Motivando al hombre a sobrepasar  su rincón y adentrarse en la alfombra mágica de la pantalla electrónica que, sin saberlo,  extendió su interés local hacia  el resto del moribundo planeta plagado de catástrofes, muertes, crímenes, estafas y deportes tribales, es decir, un mundo muy humano... Ahora el interés humano no es tan humano, por su inmediatez y emocionalidad, es propio de un vínculo tribal, propio de la aldea glocal (local y global) electrónica en que vivimos hundidos en el lodazal de la incomprensión .

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